martes, 2 de julio de 2013

Perdida y en busca de respuestas.

Con el paso de los meses he aprendido la técnica del estar sin estar, de conversar sin conversar, mientras mi yo vuela lejos, muy lejos, en busca de países de las maravillas. Sonreír, asentir, sorprenderse sin extremosidad ante una salida de tono casi siempre relativa a un ausente en la conversación; aplaudir, también sin exageración, cuando alguien hace una alegoría a la obviedad o el disparate. Y en los dos últimos años he mejorado mucho la técnica. Mientras critican, comenta, aseveran a mi alrededor en las aburridas y largas tardes de visitas, he viajado al Castillo del Rey Loco sin moverme del jardín de casa. Los niños corretean entre los geranios. He revisado cada una de sus mágicas salas. He preguntado entre sueños a Tristán e Isolda, aquellos amantes medievales que me contaban cubren las paredes de tu palacio bávaro, si sabían de ti, si te habían visto volver. He peinado el bosque que arropó tus juegos de muchacho y cruzado a nado el lago que refrescó tus risas estivales. Me he sumergido en la litografía que conservo como tu primer regalo... y todo ha sido inútil, todo está mudo: las piedras, los estucos, los mosaicos, los abetos y el agua. Nada ni nadie saben darme certero norte, nada habla mi idioma.

Mar de los Ríos, Tren de lejanías

No hay comentarios:

Publicar un comentario