Me pregunto qué le pasó a ese corazón vestido de verde
que con sus prendas de seda danzaba al viento
escuchando una música procedente de arpas y gaitas con olor a mar.
No sé dónde se encuentran ahora los ojos
que veían dragones salir de entre la bruma a través de la ventana
y que se cerraban fuertemente con la esperanza de volar entre las nubes
al abrirse otra vez.
La niña llorona se volvió apática
y se comporta como si nada de eso tuviera cabida
en su recién construido palacio de cristal.
El espíritu celta
que hablaba gaélico
y trotaba por praderas irlandesas.
Ya no hay gato encerrado porque su misma dueña lo dejó salir.
El perro de tres cabezas yace dormido en un sorral de arena blanca,
su cadena puesta al cuello pero ya sin fuerzas para intentar romperla.
Hoy no quedan ya canciones en inglés de las islas,
ni música de violín,
ni pieles de ciervo colgando de los hombros del hada Morgana.
Arturo yace muerto en Avalón
y Excalibur se hundió ha ya mucho tiempo entre las nieblas de su lago.
Pero a lo mejor la niña llorona aún sigue soñando.
sábado, 27 de septiembre de 2014
viernes, 26 de septiembre de 2014
¿Conoces ese momento
en el que dejas de ser quien eres de verdad
para convertirte en otra persona completamente diferente
a la que no conoces de nada?
¿Te suena ese instante
en el que te elevas de tus pies
y te dejas llevar por olores, sabores y sensaciones
que hasta entonces te habían pasado inadvertidas,
y que de algún modo se llevan una parte de tu alma
a algún lugar que no conoces, muy lejos de ti?
De pronto se te olvida si preferías el helado de chocolate al de nata,
si te gustaba comer macarrones los martes o los miércoles,
si por las mañanas te vistes antes de desayunar o después.
Olvidas cosas tan estúpidas, tan tontas,
que incluso a ti te parece gracioso el no saber quién eres
ni hacia dónde vas.
en el que dejas de ser quien eres de verdad
para convertirte en otra persona completamente diferente
a la que no conoces de nada?
¿Te suena ese instante
en el que te elevas de tus pies
y te dejas llevar por olores, sabores y sensaciones
que hasta entonces te habían pasado inadvertidas,
y que de algún modo se llevan una parte de tu alma
a algún lugar que no conoces, muy lejos de ti?
De pronto se te olvida si preferías el helado de chocolate al de nata,
si te gustaba comer macarrones los martes o los miércoles,
si por las mañanas te vistes antes de desayunar o después.
Olvidas cosas tan estúpidas, tan tontas,
que incluso a ti te parece gracioso el no saber quién eres
ni hacia dónde vas.
jueves, 18 de septiembre de 2014
El lamento de una mujer rota.
"¡Tiene razón, tiene razón! ¡Siempre, siempre tiene razón! Es cristiano, es generoso... Pero ¡cuán vil y despreciable! ¡Y nadie lo comprende, excepto yo! Jamás podrán comprenderlo, ni yo explicarlo. Para los demás es un hombre religioso, moral, honrado, inteligente... Pero no ven lo que yo he visto. No saben que durante ocho años ese hombre ha ahogado mi vida, cuanto en mí había de vivo, sin pensar jamás que soy una mujer de carne y hueso que necesita amor. No saben que me ofendía constantemente y se sentía satisfecho de sí mismo. ¿No he procurado con todas mis fuerzas hallar la justificación de mi vida? ¿No he tratado de amarle y luego de amar a mi hijo cuando ya no podía amarle a él? Pero llegó el momento en que comprendí que no podía seguir engañándome, que vivo, que no tengo la culpa de que Dios me haya hecho así, que necesito vida y amor. Si me hubiera matado, si hubiera matado a Vronsky, yo lo habría soportado todo, le habría perdonado... pero él no es así...
¿Cómo no adiviné lo que iba a decidir? Hace lo que es propio de su ruin carácter. Seguirá viviendo conmigo ya caída. Él se quedará con la razón y a mí me hará sucumbir, me humillará cada vez más... (...) Ésta es la amenaza por la que me va a quitar el niño, y seguramente su ley estúpida lo hace posible. ¿Acaso no sé por qué me lo dice? No cree en mi amor a mi hijo, o más bien lo desprecia. Siempre se burlaba de este amor. Sí, desprecia este sentimiento, pero sabe que no he de abandonar a mi hijo, porque sin él no me es posible vivir, ni siquiera con el hombre a quien amo; y, en todo caso, si le dejara y huyera, había de obrar como una mujer más baja y más deshonrada aún. Sí, lo sabe y le consta que no tendré fuerzas para hacerlo.
Nuestra vida debe seguir como antes. (...) ¡Pero esa vida, antes, era penosa y, últimamente, horrible! ¿Cómo será, pues, de ahora en adelante? Y él no lo ignora, sabe que no puedo arrepentirme de lo que siento, de lo que he hecho por amor. Sabe que nada puede resultar de esto sino mentira y engaño, pero él necesita continuar martirizándome. Le conozco: sé que goza y nada en la mentira como un pez en el agua. Pero no le proporcionaré ese placer. Romperé la red de mentiras en que quiere envolverme y será lo que Dios quiera... Todo antes que la ficción y el engaño.
Pero ¿cómo lo podré hacer? ¡Dios mío, Dios mío! ¿Habrá habido nunca en el mundo mujer tan desgraciada como yo?"
Lev N. Tolstói, Ana Karenina
martes, 2 de septiembre de 2014
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