Ay, mi Rey, que me dejas atrás y no te alcanzo. Ay, mi Rey, que me pisas porque no sabes que existo. Ay, mi Rey, que no ves más allá de tu propio circuncentro. Ay, mi Rey, que cuanto más intento llegar hasta ti, más brusco se vuelve el girar de tu mirada. Ay, mi Rey, que te sumerjes en el agua y yo soy un felino que no sabe nadar. Ay, mi Rey, que eres veloz como los lobos y yo soy un tigre con las patas rotas. Ay, mi Rey, que todo está oscuro y no alcanzo ver tu luz. Ay, mi Rey, que cuando te encuentro no dudas en marcharte. Ay, mi Rey, que saltas montañas mientras yo las atravieso. Ay, mi Rey, que cambias conforme sigue tu camino. Ay, mi Rey, que los fantasmas aúllan a mi alrededor y no me los puedo quitar de encima. Ay, mi Rey, que soy salvaje y no me quieres. Ay, mi Rey, que me hundo en las pronfundidades del abismo y sé que no me vas a salvar. Ay, mi Rey, que me congelo y a ti te preceden llamaradas de fuego. Ay, mi Rey, que el viento está en mi contra y a ti te impulsa a correr más. Ay, mi Rey, que la lluvia resbala por mi cara y tu rostro es bañado por el sol. Ay, mi Rey, que en mi noche no hay luna y la tuya está plagada de estrellas. Ay, mi Rey, que tengo heridas y tu piel es seda. Ay, mi Rey, que te miro y no me ves. Ay, mi Rey, que te grito y no me escuchas.
Ay, mi Rey... que cuando caigas yo no dudaré en coger tu mano.
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