Alejadme de este mundo de falacias donde nada es lo que parece y todo es lo que nunca antes había sido. No quiero acercarme más a esta araña que teje su tela a mi alrededor sin que yo me dé cuenta; todo el rastro que deja a su paso es dolor, dolor incluso en la misma tierra ártica, con sus frías, solitarias e insensibles noches heladas. Lo que esta araña hace es tejer una red de amargura que atrapa a todo aquel que ose acercarse un poco, ya sea por cariño hacia ella o mera curiosidad. Es una red pegajosa y sucia que por su blancura hace el amago de parecer limpia, pero no lo está; todo en ella es miseria escondida y llantos apagados en la penumbra de los sótanos.
Quiero que alguien venga y huya conmigo, salvándome de la suciedad que esta telaraña está incubando y que se me está metiendo dentro de los huesos. Me da igual si el salvador está enamorado de la luna, si revolotea entre las flores o si hace cualquier otra cosa; lo que necesito es que alguien me aleje de esto y se quede conmigo en un lugar donde seamos inmunes a toda la porquería que se cultiva alrededor del mundo.
Está en la atmósfera que nos rodea, es el aire que respiramos; la pisamos al caminar sobre la tierra y nos bañamos en ella cuando nadamos; nos calentamos con su calor en el invierno y es su luz la que nos ilumina todas las mañanas...
Es ella: mortal, inquietante, sombría; ella, con toda la gris oscuridad que arrastra consigo; es ella... la mentira.
B.
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