¿La Familia Imperial? Sí, sí, claro que los conozco. Al Emperador lo llevaba yo de paseo por la Ciudad Pedrera cuando no era más que un chavalín. De la mano me cogía, así, y señalaba aquí y allá con sus deditos regordetes, alucinando con el colorido de mi ciudad. Como Gobernador, yo no podía por menos que sentirme orgulloso.
La verdad, lo de sus padres fue una gran pérdida, no solo a nivel nacional y político. Todos lo pasamos mal durante los Años Negros, especialmente los cercanos a la Familia. Aquí, en el país, tuvimos nuestros problemas, ya lo sabes; no obstante, no me voy a poner a parafrasear lo que está ya contado y tanto tú como yo conocemos por nuestra propia piel. El que lo tuvo que pasar peor fue el muchacho esos cuatro años solo por el mundo.
Ya, ya sé que el científico estaba con él, ese tutor suyo tan peculiar. El bueno de Gyga cuidó siempre a su pupilo como si fuera su propio nieto. Ese muchacho no sería hoy lo que es si no hubiese sido por él, aunque a mí la ciencia nunca me interesó del todo. La política es mucho más entretenida, sobre todo para un viejo soltero y desocupado como yo.
¿Qué te estaba diciendo? ¡Ah, sí, la Familia Imperial! ¿Pero la de antes o la de ahora? Bueno, yo sé de todas, así que déjame que te cuente lo que te haga falta.
Korian era un hombre bastante firme y educó bien a su hijo. La Emperatriz Laila siempre me resultó un tanto extravagante en cuanto a gustos y opiniones, pero no era mala mujer, y sabía dirigir con su marido. Actuaban como un buen equipo, no sé. Sin embargo, ya hemos visto que algunos sectores no estaban del todo contentos. Pero he dicho que no iba a hablar de los Años Negros.
El chaval creció bien aun siendo hijo único. Quizá de tanto pedir hermanos a sus padres en vano se quedó con las ganas y por eso ahora esa traductora le hace el capricho de familia numerosa, ¿no? Je, je, no sabe nada este tío.
Iba contándote que creció bien. Supongo que estas cosas se taparían en caso de suceder, pero por lo que yo sé no tuvo problemas de salud ni nada. Era un niño sano, fuerte y también listo, aunque no tan listo como esa traductora, dicen. Pero supongo que en aquel momento no la conocería; a estas alturas no se aguantarían.
Su padre estaba orgulloso de él y me decía siempre que no había visto nunca a nadie tan capaz para lo que le correspondía. Que su hijo sería un gran líder y que esperaba abdicar con tiempo para verlo cumplir con su labor. Pobre Korian, no era la mejor persona de este mundo pero se merecía ver cumplido ese pequeño sueño. Laila y él hicieron lo que pudieron.
¿Qué dices, que si el muchacho maduró? ¡Claro que lo hizo! ¿A ti qué te parece? ¿Vio a sus padres morir y tuvo que huir del país durante cuatro años sin inmutarse? Imposible. Pero he de decir que parece haberlo sobrellevado bien.
Al parecer cuando regresó buscó refugio en la casa de esa muchacha con la que se ha acabado casando. La traductora, sí. ¿Sabías que es hija de Stella Lupí? ¿No? Pues lo es. A sus padres no se les ha visto el pelo por el Imperio desde los Años Negros. O los mataron o emigraron, ni idea, pero al parecer su hija se las apañó para salvar el pellejo ya desde jovencita. No tendría ni diecisiete cuando el golpe de Estado y tengo entendido que ya la pusieron a trabajar como un peón haciendo eso que ella y pocos saben hacer. Qué valientes los humanistas estos, qué valientes.
Supongo que se conocerían de antes, no sé. El caso es que un día él y su ejército de animales extraños surgieron de la nada y el país se vio sumido en el caos. Por suerte la guerra no duró mucho, ¿eh? Y qué bien que tú y yo estemos aquí. En otras circunstancias estaríamos ya enterrados.
El problema de la guerra fue a qué bando apoyar. Casi todos sabíamos cuáles eran nuestros ideales, pero con un control tan exhaustivo por parte del nuevo gobierno, que ya funcionaba casi a la perfección tras esos cuatro años, era difícil hacer lo que uno quería. Desertar de tu bando sería morir. Entonces había que moverse con cuidado.
Pero somos un buen país. Supimos salir adelante. Los humanos tropezaremos cuantas veces podamos y más, pero al final siempre nos levantaremos, ¿no? Hay que tener fe. Yo la tengo.
Te estaba hablando de la Familia, sí. El chaval, ya no tan chaval, ganó la guerra y puso orden. Lo hizo bien, muy bien. Me alegré de ver que las predicciones de su padre se hicieron realidad. No hay regímenes perfectos, pero este va en cierto modo sobre ruedas y superando los baches.
El caso es que durante tres años solo se le vio el pelo en lo estrictamente necesario. Se mantuvo bien en su posición y trabajó como una máquina, el pobre hijo de Korian. Hay que tener sangre. Yo lo veía de vez en cuando y me parecía que el renacuajo que me cogía de la mano y se reía de mis chistes malos se había convertido en un hombre de valor y buen uso para su país. Lloraría si fuera más blandengue, pero no lo soy.
Y un día, de la nada, apareció ella. Esa traductora que después de la guerra actuó en pequeñas misiones diplomáticas y tras eso desapareció por completo. Así, sin más. Se perdió del mapa.
Al parecer el niño la conocía de haber estudiado juntos o de relaciones comerciales de su madre y los Emperadores con algunas ciudades.
Parecía una chica formal. No demasiado guapa, pero sí muy inteligente. Te lo digo porque todo eso está ya escrito en las memorias familiares y porque la conozco personalmente. He cenado alguna que otra vez ya con el Emperador y ella. Me estoy convirtiendo en un viejo cascarrabias y algo verde, pero entiendo bastante bien que el muchacho Korianev se haya fijado en esa mujer. Alguien que ha visto el mundo entero necesita a una persona que sepa hablar todas las lenguas. Tiene sentido. Esa chica es un portento y su marido un luchador.
Aunque yo, la verdad, no sé bien qué pasó en esos tres años desde que acabó la guerra hasta que la muchacha volvió a la Capital, pues al parecer era nativa de aquí. Puedes leerlo ya si quieres, pero ella misma me ha contado a mí que se instaló en la ciudad de los libros y trabajó y se formó en las bibliotecas de allí. Un lujo para los bichos raros como ella: estanterías llenas de libros y gente con el cerebro lleno de palabras a cada lado de la calle. Lo que sigue siendo una incógnita son los motivos. ¿Por qué se iría justo al acabar la guerra para reaparecer tres años después y convertirse en Emperatriz? No soy tan maleducado como para preguntarles eso, pero me pica la curiosidad. Sería bueno oírla a ella hablar de todo esto, se le da muy bien contar historias.
Cuando se casaron él tenía veinticuatro años, y ella veintitrés. En otras circunstancias habría habido muchas movidas entre el bajo populacho, ya sabes, la gente que se interesa más por vidas ajenas que por la propia -como yo-, pero aún se sentía en la piel el efecto feroz de la guerra, así que nadie le dio vueltas. Pero si sus padres se hubiesen casado sin haber dejado ver antes las formalidades y fuesen ya por el tercer hijo no teniendo ni treinta años... habría sido bastante sonado. Pero vaya, Korian era un tío legal. Estoy seguro de que su hijo también. A lo mejor el secreto se les fue de las manos y tuvieron que correr al altar antes de que creciera el bombo, ya sabes a lo que me refiero. Cosas de viejos verdes.
Tengo entendido que ahora es ella quien lleva las gestiones de diplomacia y tratados. Tiene un equipo de traductores -seguro que ninguno tan capaz como ella- que la respetan como si fuese el mismo Úber. Ya sabes que no toleraba un no por respuesta. Por lo poco que he tratado con ella, puedo decir que es más transigente.
Ahora tienen, como te he dicho, tres chavalines, y son bien parecidos al padre. Bueno, uno está en camino. Hay que ver, mis hijos ya no me pueden ni ver y esos no hacen más que perseguir a sus padres a todos lados. Al mayor lo tuvieron hace cinco años, y al pequeño, hace tres. Son pequeñas réplicas del padre, aunque por suerte la nariz se la han sacado a la madre.
Son una familia bastante bonita. Vista desde fuera da una sensación de melancolía, no sé. Yo solo soy un viejo chocho, pero he visto a ese niño crecer y me alegro de que siendo hijo de un buen amigo mío ahora sea feliz. Tiene un cargo importante, pero ha sabido rodearse de gente competente. Si no, probablemente parecería mucho más inútil.
Lo más doloroso para los blandengues como tú y, en secreto, como yo, es pensar que ese pobre chico ha pasado un infierno para llegar a donde está ahora. Visto así, se tiene bien merecido el tener a esa muchacha al lado para darle consuelo. Si mi mujer hubiese sido la mitad de inteligente que Simona Drag-Lupí, yo sería hoy probablemente un viejo felizmente casado y menos verde.
Es que son para verlos, tú. Hable el que hable, los estás escuchando a los dos. Cuando mi Sonia estuvo embarazada de cualquiera de nuestros hijos, yo buscaba el primer puente por el que tirarme, pero el chaval de Korian no para de decirle a su Simona lo guapa que está con la barriga y le recuerda que no se canse mucho. Al parecer la chica siempre ha estado tocada de algo de la sangre, pero nada de gravedad.
En fin, jovencita, ahí llevas toda la información que querías. Yo solo sirvo como cuentacuentos malo, porque a mí leer siempre se me hizo tedioso. Pero dime una cosa, ¿por qué estás tan interesada en el Emperador y su familia? ¿Piensas pintarlos en tus cuadros? ¿Vas a viajar hasta la Capital para hacerte un hueco en su Corte? Lo tendrás difícil, porque es muy reducida y se limita a sus amigos de confianza de antes de la guerra que, como supondrás, quedarán pocos vivos. Ahora es tu turno, joven artista: cuéntame por qué viajas hacia el Norte, hacia la Capital...
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