sábado, 26 de enero de 2013

Si yo fuera viento, rozaría tu rostro cada mañana y te contaría historias sobre las mil y una maravillas que hubiese visto en mis viajes a lo largo de todo el mundo. Conocería tierras extrañas, sonidos maravillosos, olores excitantes, personas de todas las clases... y te contaría todo esto a ti, susurrando en tu oído cosas que sólo siendo como yo lograrías atrapar y guardar entre tus recuerdos.
Si yo fuera fuego, avivaría mis llamas aunque eso significase destruir el mundo entero, sólo con tal de darte algo de calor en las frías noches de invierno. Iluminaría la vela que te permite leer a escondidas cada noche entre las mantas y te protegería de las bestias salvajes que te intentasen atacar.
Si yo fuera agua, recorrería cada milímetro de tu piel y me colaría por tus poros, hidratándote cuanto hiciese falta para que no cayeses jamás en la odiosa fatiga rutinaria. Movería tu cuerpo al son de una danza silenciosa cuando nadas y sería yo misma quien te elevase a la superficie si algo fallara. Con mi esencia refrescaría tus ideas, aclararía tu pensamiento y quizás, sólo quizás, yo formaría parte de él.
Si yo fuera tierra, rellenaría conmigo misma cada hoyo en el que corras peligro de caer y te daría los mejores alimentos que la Madre Naturaleza me permitiese ofrecerte. Me ablandaría cuando debieses dormir sobre mí al raso, te proporcionaría escondite cuando hubiese enemigos cerca y me aplanaría si tuvieses que correr. Incluso podrías ser enterrado en mi seno al morir, y así estaríamos juntos para siempre, siendo parte uno del otro.
Pero no soy viento, y tampoco soy fuego. No soy agua, y ni siquiera soy tierra. Soy el bosque, amor mío, el frondoso, frío y misterioso bosque boreal del Norte europeo. Mis árboles susurran, esperando la llegada de presas cautelosas que se ofrezcan en bandeja a las criaturas que en mí habitan. Las gentes que viven en mi borde, recelosas, no distinguen ya la realidad de la fantasía. ¿Quién sabe si lo que hay aquí son sigilosos linces o hermosas hadas? ¿Se tratará de feroces lobos o de peligrosos licántropos? ¿Tendré dentro enormes alces o serán sabios y letales elfos?
Sí, soy el bosque, cuyos árboles te atrapan entre sus ramas y te llevan al fondo de mi más negro corazón, que te anheló tanto tiempo y ahora sólo tiene ganas de tenerte aquí consigo. Las nudosas raíces te impedirán la salida y mis criaturas, da igual si reales o de tu imaginación, se encargarán de que permanezcas aquí dentro, conmigo.
Porque recuerda, amor, que no soy viento para susurrarte historias en el oído, ni fuego para calmar tus fríos inviernos, ni agua para recorrer y besar tu piel, ni tierra para darte alimento. Soy el bosque; el cruel, letal y congelado bosque nórdico que quiere tenerte consigo pero se sigue preguntando dónde estás ahora mismo.

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