martes, 30 de abril de 2013

Un poco de reflexión existencial:

Es curioso que los hijos nos parecen que no crecen hasta el día justo en que pensamos en ellos como que ya son demasiado mayores. De todas formas, nos pasamos la vida exigiéndoles que sean de una cierta manera y que hagan determinadas cosas sólo para darnos satisfacción, para sentirnos orgullosos de ellos, es decir, de nosotros mismos, de lo bien que los fabricamos y los educamos. Los hijos son nuestra obra. Como si hacer un hijo entrañara alguna dificultad. Al fin y al cabo, fabricar niños es una tarea más bien agradable y bastante sencilla. Parirlos y criarlos es otro cantar, pero una vez que están ahí ya no hay más remedio que tirar adelante y cada uno hace lo que puede, lo mejor que sabe. Según los padres nos vamos haciendo mayores, creemos que todo lo hemos hecho muy bien y que los hijos están ahí para demostrarnos con su propia existencia lo estupendos que somos y lo bien que hemos actuado. Es de risa, lo vanidosos y estúpidamente presumidos que somos los padres, sin contar con lo atrozmente egoístas.

Carmen Rico-Godoy, Cómo ser infeliz y disfrutarlo

lunes, 29 de abril de 2013

"For you I'd go to the moon and back", she said.
But now she knows the truth... and she wants to run away to a place where she's free to be herself.
She screams, she cries; she's all alone.
She was brought down... and she has her little heart broken.

-B.

sábado, 27 de abril de 2013

Comentario crítico de la película "Ágora"



Para mí la Historia siempre ha resultado un misterio. Por mucho que me intenten enseñar los profesores, que lea, estudie o me trate de informar, al final acabo llegando a la misma conclusión, sin excepciones: ¿y quién lo dice? ¿Textos?
Pero ¿quién interpreta esos textos? ¿Quién enseña a esos intérpretes? ¿Cómo derivar hacia una conclusión u otra, si cada experto verá una cosa distinta a lo que observan los demás? Todo me parece un enorme meollo que quizás es sólo fruto de mi insolencia y mis “ganas de comerme el mundo”, en palabras de mi padre.
Aunque creo que esto no es volver precisamente al tema principal… a mí me gusta plantearme las cosas. Me gusta pensar y preguntarme por qué es esto y por qué es lo otro, para qué se hace tal o cual cosa y con qué motivación actúa cada persona. Sin embargo, en ocasiones mi vagancia puede más, así que me sumo en la ignorancia y no hago el mísero esfuerzo por salir de ella. En resumen, soy un caso perdido. Y no tengo ni idea de cómo empezar lo que acabo de bautizar como “Comentario crítico de la película Ágora”. ¿Qué comento? ¿Qué critico? ¿Qué comento críticamente de esta filmografía? Soy consciente de que poseo infinitas posibilidades, desde alabar la película como la mejor del siglo hasta afirmar que la veo una basura. Pero no me quiero ajustar a ninguno de los extremos, porque ni el blanco ni el negro van a resolver mis dudas.
Hipatia es planteada en este filme como una mujer de inteligencia y sabiduría excepcionales. Una modélica heroína femenina a cuya mano nos cogemos nada más sentarnos a ver la película, ya que demuestra poseer importantes valores de los que carece gran parte de la sociedad. Dejando estos rasgos a un lado, creo que han idealizado un poco al personaje, pues trataba demasiado bien a sus esclavos. Yo no soy historiadora ni pretendo parecerlo, pero mi lógica me inclina hacia la conclusión de que antes se era esclavo o persona. Una cosa o la otra, no había medias tintas. De hecho, creo recordar que en la misma película es el personaje de Hipatia quien usa la expresión: “Seas hombre, mujer o esclavo…”.
Sin embargo, no es ella lo que más atención me ha llamado durante estas dos horas pegada a la pantalla. Lo que más ha captado mi interés ha sido el hecho de que tantas religiones conviviesen juntas y de una manera que bien un día podía ser pacífica, bien al siguiente se cobraba las vidas de muchos inocentes… o no tan inocentes.
Veo macabramente irónico el hecho de que el respeto y la tolerancia se acabasen de pronto porque un superior promulgaba determinada ley, que bien podía no tener ni pies ni cabeza, pero que era una ley y, por tanto, “sagrada”.
La Historia en general y esta película en particular muestran, para mí, la verdad desnuda de que el ser humano es el único animal que tropieza no dos veces, sino dos mil, con la misma piedra. Hipatia fue acusada de brujería y brutalmente asesinada, para probarse siglos más tarde que no iba mal encaminada en su teoría del ciclo elíptico terrestre alrededor del astro Sol.
También son interesantes los genocidios varios que se muestran en esta película: paganos contra cristianos, cristianos contra judíos, judíos contra cristianos… Y eso sigue siendo así hasta hoy en día, pues aún hoy se declaran guerras en nombre de dioses.
Realmente, ¿no están todas las religiones inclinadas hacia una misma conclusión? ¿No busca todo el mundo la salvación? ¿No necesitan todos los creyentes aferrarse a algo para evitar caer en la nada, en la ignorancia, en la desesperación de no saber qué va después?
Si es así, yo me pregunto por qué siempre ha habido necesidad de asesinar, de declarar que “mi dios es mejor que el tuyo”, de defender con armas unas doctrinas que muchas veces hablan de paz.
¿No somos raros los humanos?

Bruma, un pequeño trabajo para clase de L.C.L.

miércoles, 24 de abril de 2013

"Ya sé que a veces puedo ser muy puntilloso, y que no debería defender tan a rajatabla las normas de una Academia cuyo funcionamiento interno no es del todo limpio. Pero de verdad creo que el mundo sería un lugar mejor si la gente intentara hacer las cosas bien, por difíciles que parezcan. Imagínatelo: si Yunek, Kelan, Ruris, Brot, maese Maltun... incluso maese Belban... si todos ellos hubiesen tomado una decisión diferente en un momento determinado... nosotros no estaríamos aquí y ahora. Rodak estaría bien, guardando tranquilamente el portal de la lonja de Serena. Y Relia iría a clase, como todos los días, y a estas alturas quizá Unven ya se habría armado de valor para decirle lo que siente, algo que tal vez ya no pueda hacer jamás. Y todo porque en un momento dado algunas personas decidieron escoger el camino fácil"

Laura Gallego García, El Libro de los Portales

viernes, 19 de abril de 2013

La plegaria de un alma salvaje que se retuerce y llora...

Se trata de mi noche contra tus días,
mi tristeza contra tu alegría,

mi espíritu felino contra el tuyo, canino;
mi frío contra tu calidez,
mi gélido hielo contra tu incansable fuego,
mi solitaria vida contra tu acompañada existencia,
mis garras sucias contra las tuyas, impecables;
mis ojos cansados contra los tuyos, divertidos;
mis agarrotados músculos contra los tuyos, entrenados;
mi alma débil contra la tuya, altiva;
mi orgullo herido y pisoteado contra el tuyo, reforzado...

... it's my wild spirit against you, my lovely king.

B.

domingo, 14 de abril de 2013

La fábula de mi vida:

-¿De qué voy a tener miedo yo, la reina de la selva asiática? ¿Acaso no has contemplado tú, escuálido lobo, desde tu humilde perspectiva de tosco canino cómo me mueven mis elegantes articulaciones entre la selva, cómo mi precioso pelo se pigmenta con el atardecer oriental, cómo mis ojos rasgados escrutan la oscura noche y acechan a cualquiera que se acerque a diez leguas? ¿No has comprobado con envidia cómo mi fuerte mandíbula desgarra y atrofia los huesos crujientes de mis víctimas? ¿Es que no sabes que yo sola soy capaz de enfrentarme a seres mucho más grandes que yo sin vacilar ni un segundo?
El lobo no se inmutó. Siguió contemplando los sugerentes movimientos de la hembra de tigre a su alrededor y consiguió impregnarse bien de su hormonado olor cuando ésta le rozó el hocico con su cola anaranjada. Mientras tanto, la fémina continuaba hablando:
-Allá en el Norte del viejo continente os temen a los lobos más que a nada, porque hay pocos seres parecidos a vosotros en esos bosques profundos cargados de historias y leyendas. Sin embargo aquí, en la selva, donde la gente practica unas religiones extrañas, sin crucifijos, y los lobos no podríais sobrevivir más de lo que tú lo lograrás conmigo cerca, las cosas son distintas. Aquí yo marco el antes y el después, yo decido quién sale vivo y quién lo hace cadáver. Incluso algunos se quedan a jugar conmigo... para siempre -terminó, posando los cuartos traseros con un ademán exagerado en el suelo y enseñando todos los dientes en lo que podría haber sido interpretado como una maquiavélica sonrisa de depredadora.
-Eres orgullosa, tigresa -dijo el lobo en tono seco.
-¿Acaso tengo motivos para no serlo? -preguntó ella en tono acusatorio por lo que consideraba una falta hacia su potencial.
-Sin embargo... -comenzó el lobo, levantándose y rodeando a la tigresa con pasos lentos-. Hay algo que falla en tu precioso croquis vital.
-Ah... ¿sí? -preguntó ella, distraída, mientras admiraba el reflejo de los ojos pardos entre el pelaje oscuro del lobo en sus curvas y afiladas garras-. ¿Y me lo vas a decir, o tu aguda inteligencia nórdica se ha visto sofocada por este clima tropical que hay en mi territorio?
El lobo desapareció del campo de visión de la tigresa, quien ya se había colocado en posición de ataque. Sin embargo, no fue lo suficientemente rápida, por lo que en décimas de segundo se vio atrapada bajo unas fuertes garras y escrutada fijamente por los mismo ojos pardos que antes contemplara en sus brillantes garras.
La felina rugió, enfadada, pero cesó su sonido gutural de golpe al percibir un olor distinto. Mejor dicho: una mezcla de olores distintos y poco familiares. Nada más ver a ese estúpido lobo en su territorio esa tarde su olfato había asimilado su marca: un olor exótico, diferente a nada que hubiera percibido antes, potente y perteneciente, claramente, a un animal poderoso del género maculino. Una amenaza.
Sin embargo, ahora captaba con total nitidez una mezcla de olores y partículas parecidas a las de este lobo pero algo distintas, quizá no tan fuertes.
-Te presento a mi manada, gatita -dijo el lobo mientras agitaba la cabeza y soltaba un ladrido de triunfo, aún sin soltarle el cuello.
Ella estaba paralizada del horror. En su campo de visión había no menos de diez lobos, todos fuertes y de distintos pelajes pardos, aunque ninguno tan potente como el que ella tenía encima, apresándola. Lo había subestimado. Era más pequeño que ella, pero le había ganado en astucia. Además, era el jefe. Si ahora intentaba moverse acabaría descuartizada por los otros, así que se quedó quieta, con la panza descubierta y los músculos en tensión.
El lobo le mostró una hilera de dientes blanquísimos y dijo, triunfal:
-Éste es tu fallo, peligrosa gatita: siempre has estado sola.

Bruma.

sábado, 13 de abril de 2013

Ataque feminista en el lugar más recóndito de un libro de amor.

-A la cosa esta se le da mucho mejor el altruismo que mentir, está claro.
-¿Esto es lo que quieres? ¿Fastidiarme? -le acusé. Mi paciencia ya no estaba al límite: había desaparecido por completo. ¿Cuánto tiempo llevaba sin dormir? Lo único que me dolía más que la pierna era la cabeza. A cada inspiración sentía una punzada en el costado y, con cierta sorpresa, descubrí que estaba de muy mal humor-. Porque si ésa es tu intención, ya te puedes quedar tranquilo, que lo has logrado.
Jared y Wes me miraron asombrados. Tuve la certeza de que si hubiera podido ver a los demás su expresión habría sido la misma. La de Jeb quizá no. Era el maestro poniendo cara de póquer.
-Pertenezco al género femenino -me quejé-. Me pone de los nervios que estéis siempre llamándome "cosa".
Jared parpadeó, sorprendido. Luego su cara adoptó una expresión más dura.
-¿Se debe a que el cuerpo donde te pusieron es el de una mujer?
Wes le fulminó con la mirada.
-No, es por -siseé.
-¿Según la definición de quién?
-¿Qué tal según la vuestra? En mi especie soy la que tiene bebés. ¿No te parece suficientemente femenino?
Se quedó atónito, lo cual me dejó muy pagada de mí misma.
"Has estado genial -aprobó Melanie-. Está equivocado y además portándose como un cerdo".
"Gracias".
"Nosotras, las mujeres, tenemos que apoyarnos unas a otras".

Stephenie Meyer, The host (La huésped)