Pulsa aquí y sencillamente cierra los ojos. Imagina que te encuentras al borde de un acantilado perdido en el rincón más remoto de la Tierra y tu cuerpo está cubierto tan sólo por una fina túnica de gasa. El viento azota tus cabellos, no importa si largos o cortos, mientras una lluvia suave pero persistente os envuelve enteros a ti y al horizonte, sobrepasando los límites allá donde alcanza tu vista.
Respiras profundamente y sientes el agua colarse por entre la gasa y penetrar en cada poro de tu piel al tiempo que adelantas un pie descalzo sobre la hierba hacia el borde, y a éste sigue el otro. Poco a poco vas caminando, pasito a pasito, hasta llegar al punto donde el aire corta la tierra y no hay más; sólo agua, rocas y abismo.
Miras en derredor y observas las nubes moverse en el horizonte. Hay un punto luminoso entre ellas, y supones que se trata del sol, ese astro tan venerado durante milenios por tus antepasados.
Poco a poco extiendes los brazos y dejas que el agua vaya resbalando hacia el suelo por ellos. Tu pecho se hincha con el puro aire impregnado de salitre y entonces, justo entonces, te dejas caer y...
B.
Me ha hecho volar, e imaginar... es increíblemente bello. Un gran texto para parecer tan pequeño.
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