sábado, 15 de febrero de 2014

Me he cansado de este ascensor que no me sube a ningún sitio. Quiero montar una revolución contra mi propia cabeza y agitar palos delante del espejo para ver si me doy cuenta de una vez de que cuando una persona se quiere mover tiene que empezar dando un pequeño paso. Estoy harta de ir siempre detrás, con mis gatos, mi inglés, mis hobbits y mis tonterías alrededor, esperando que se me haga caso así, de buenas. Se tiene que acabar el asentir educadamente y sonreír como si no tuviese nada que decir, siempre con tal de no buscar problemas. Se tiene que acabar el derrumbarse por tonterías, el tirar la toalla en todo lo bueno por una pizca de malo que se me meta en el ojo y moleste un poco. 
Las cosas que cuento, probablemente, no le interesen a nadie. Me paso la vida quejándome de tonterías que publico en Internet como si hubiese alguien que se fuese a parar a mirarlas tal y como son, carentes de ninguna calidad literaria y de nulo contenido. ¡Pero en algún sitio tenía que verter sus explosiones neuronales esta tigresa adolescente incomprendida!
Así, pido perdón a todos los tecnólogos e informáticos por malgastar píxels, bits -o lo que sea- en estas gilipolleces.
Atte,

B.

No hay comentarios:

Publicar un comentario