Las nuevas tecnologías, como todo el mundo sabe, son
una enorme facilidad en la vida cotidiana y una gran ayuda para muchas tareas,
tanto a pequeña como a gran escala, que nos es necesario a las personas hacer
hoy por hoy, desde tostar el pan hasta viajar a la otra punta del Globo. Sin
embargo, en los últimos tiempos estas “ventajas” están adquiriendo, como toda
moneda que se precie, una doble cara no muy agradable a la que convendría mirar
de frente.
Para empezar, ese delicioso progreso que ayuda a
curar el cáncer con las avanzadas radio y quimioterapias, cirugía y demás
tratamientos, lo provoca el doble o el triple por otro lado gracias a los teléfonos
móviles y las microondas.
El estupendo sistema global de redes sociales y
medios de acceder a ellas –ordenadores, móviles y demás dispositivos cada vez
más novedosos con acceso a Internet- que mantiene a prácticamente todo el
Planeta en conexión constante (lo cual, en casos como las noticias, es óptimo),
pierde su calidad cuando atrapa a los cerebros como si se tratase de una tela
de araña. Esto último es curioso, porque hace poco leí un libro de Dickens en
idioma original y cuando aparecía el término spider web no me hacía ninguna falta usar el diccionario. Nuestra web es prácticamente lo mismo,
incluyendo al adorable arácnido.
En mi opinión, esta conexión puede ser buena
mientras no se haga permanente, tipo la que causa el actual WhatsApp sin el que ¡oh, Dios! nos
sentimos desprotegidos y marginados. A más de una persona conozco que ve una
tragedia no tener un cargador para el móvil a mano cuando éste se apaga por
falta de batería. Además, hay veces en las que me gustaría decir a mis cercanos
que pongamos todos nuestros teléfonos móviles en el centro de la mesa para que,
quien antes coja el suyo, se encargue de pagar todas las consumiciones. Sería
bastante gracioso, sobre todo porque yo no tengo Internet en el teléfono y no
lo cogería. Se puede decir que la araña no me ha atrapado del todo.
Como iba concluyendo antes de explayarme, la
conexión entre lugares y personas previamente incomunicados puede ser positiva
si se hace un buen uso de ella. Yo soy blogger,
y no me haría mucha gracia cesar mi actividad pre-literaria de golpe por culpa
de un corte permanente de la comunicación. Sin embargo, sí que vendría bien
pasar una temporadita lejos de la araña, a ver qué tal nos sienta un poco de
contacto con nosotros mismos. Quizás nos volveríamos más individuales, más
fuertes. Es muy desagradable haber perdido el concepto del “yo” en el que nadie
se podía entrometer hasta no hace mucho, cuando empezaron a sonar los teléfonos
cada dos por tres con el silbidito de turno. De verdad, da pena.
B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario