martes, 18 de febrero de 2014

Texto para clase de Proyecto Integrado.


Las nuevas tecnologías, como todo el mundo sabe, son una enorme facilidad en la vida cotidiana y una gran ayuda para muchas tareas, tanto a pequeña como a gran escala, que nos es necesario a las personas hacer hoy por hoy, desde tostar el pan hasta viajar a la otra punta del Globo. Sin embargo, en los últimos tiempos estas “ventajas” están adquiriendo, como toda moneda que se precie, una doble cara no muy agradable a la que convendría mirar de frente.
Para empezar, ese delicioso progreso que ayuda a curar el cáncer con las avanzadas radio y quimioterapias, cirugía y demás tratamientos, lo provoca el doble o el triple por otro lado gracias a los teléfonos móviles y las microondas.
El estupendo sistema global de redes sociales y medios de acceder a ellas –ordenadores, móviles y demás dispositivos cada vez más novedosos con acceso a Internet- que mantiene a prácticamente todo el Planeta en conexión constante (lo cual, en casos como las noticias, es óptimo), pierde su calidad cuando atrapa a los cerebros como si se tratase de una tela de araña. Esto último es curioso, porque hace poco leí un libro de Dickens en idioma original y cuando aparecía el término spider web no me hacía ninguna falta usar el diccionario. Nuestra web es prácticamente lo mismo, incluyendo al adorable arácnido.
En mi opinión, esta conexión puede ser buena mientras no se haga permanente, tipo la que causa el actual WhatsApp sin el que ¡oh, Dios! nos sentimos desprotegidos y marginados. A más de una persona conozco que ve una tragedia no tener un cargador para el móvil a mano cuando éste se apaga por falta de batería. Además, hay veces en las que me gustaría decir a mis cercanos que pongamos todos nuestros teléfonos móviles en el centro de la mesa para que, quien antes coja el suyo, se encargue de pagar todas las consumiciones. Sería bastante gracioso, sobre todo porque yo no tengo Internet en el teléfono y no lo cogería. Se puede decir que la araña no me ha atrapado del todo.
Como iba concluyendo antes de explayarme, la conexión entre lugares y personas previamente incomunicados puede ser positiva si se hace un buen uso de ella. Yo soy blogger, y no me haría mucha gracia cesar mi actividad pre-literaria de golpe por culpa de un corte permanente de la comunicación. Sin embargo, sí que vendría bien pasar una temporadita lejos de la araña, a ver qué tal nos sienta un poco de contacto con nosotros mismos. Quizás nos volveríamos más individuales, más fuertes. Es muy desagradable haber perdido el concepto del “yo” en el que nadie se podía entrometer hasta no hace mucho, cuando empezaron a sonar los teléfonos cada dos por tres con el silbidito de turno. De verdad, da pena.

B. 

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