domingo, 30 de marzo de 2014

La lectora de libros.

Ocurre una cosa graciosa con las madres y los padres. Aunque su hijo sea el ser más repugnante que uno pueda imaginarse, creen que es maravilloso.
Algunos padres van aún más lejos. Su adoración llega a cegarlos y están convencidos de que su vástago tiene cualidades de genio. 
Bueno, no hay nada malo en ello. La gente es así. Sólo cuando los padres empiezan a hablarnos de las maravillas de su descendencia es cuando gritamos: "¡Tráiganme una palangana! ¡Voy a vomitar!"

Los maestros lo pasan muy mal teniendo que escuchar estas tonterías de padres orgullosos, pero normalmente se desquitan cuando llega la hora de las notas finales de curso. Si yo fuera maestro, imaginaría comentarios genuinos para hijos de padres imbéciles. "Su hijo Maximilian", escribiría, "es un auténtico desastre. Espero que tengan ustedes algún negocio familiar al que puedan orientarle cuando termine la escuela, porque es seguro, como hay infierno, que no encontrará trabajo en ningún sitio". O si me sintiera inspirado ese día, podría escribir: "Los saltamontes, curiosamente, tienen los órganos auditivos a ambos lados del abdomen. Su hija Vanessa, a juzgar por lo que ha aprendido este curso, no tiene órganos auditivos".
Podría, incluso, hurgar más profundamente en la historia natural y decir: "La cigarra pasa seis años bajo tierra como larva y, como mucho, seis días como animal libre a la luz del sol y al aire. Su hijo Wilfred ha pasado seis años como larva en esta escuela y aún estamos esperando que salga de la crisálida". Una niña especialmente odiosa podría incitarme a decir: "Fiona tiene la misma belleza glacial que un iceberg, pero al contrario de lo que sucede con éste, no tiene nada bajo la superficie". Estoy seguro de que disfrutaría escribiendo los informes de fin de curso de las sabandijas de mi clase. Pero ya está bien de esto. Tenemos que seguir.

Roal Dahl, Matilda

sábado, 29 de marzo de 2014

Wow!!


I never had any doubt,
I knew that I would end up wrong and this is where I got.
An empty croud crying out loud,
Praying for the wrong that apparently I've done.
Looking kinda dumb, people staring at my crown:
I have no magic kingdom but I own all that I touch.
I might not be your girl, but I'm everything you wanna be;
I'm daddy's little girl with some mud on my cheek.
 And I'm calling your name, I don't know my own;
And I try to forget who I used to date;
All I want is to go, is to go away,
Wanna come?

"I found a martyr in my bed tonight..."



Well, some nights I wish that this all would end
'Cause I could use some friends for a change
And some nights I'm scared you'll forget me again
Some nights I always win, I always win...

But I still wake up, I still see your ghost
Oh Lord, I'm still not sure what I stand for
What do I stand for? What do I stand for?
Most nights, I don't know...

So this is it? I sold my soul for this?
Washed my hands of God for this?
I missed my mom and dad for this?

De perros aulladores y gatos salvajes.

Yo estoy hecha de bruma y tú de roca. Te alejas de mi mundo lenta pero inexorablemente. Cada vez distingo menos esas formas antaño fuertes y sólidas; o mis ojos me engañan, o la verdad es muy distinta a lo que yo querría que fuese.
La marea sube y devora los enormes castillos de arena que con tanta minuciosidad había construido en mis ratos libres, esos momentos en los que creía que no tenía otra cosa por la que preocuparme.
Las nieblas me rodean, maquiavélicas, y van llenando de retoques góticos las letras finales de esta historia. Ellas son las que ponen la última nota a mi réquiem lacrimógeno, y me entierran junto a sus correspondientes partituras en una caja de caoba sin lápida ni símbolo. Encima se plantará un árbol que no crecerá. Todo está visto.
Esta pobre Simona no tiene filósofo que la quiera. La revolucionaria no tiene nada que hacer contra la barrera sólida de los firmes principios, la voluntad de piedra y la cabeza sobre los hombros. La historia se repite a medias, porque uno de los papeles lo interpreta quien no debería. 
Yo estoy hecha de bruma y tú de roca. Yo soy la hechicera Morgana y tú el leal Lanzarote, amante de la reina, fiel amigo del rey y adorado por todos. Yo soy la rebelde Lilith y tú el noble Adán, que cumple con su cometido mientras aquélla huye y siembra el mal en el mundo. Yo soy una triste Simona y tú... un poderoso emperador.

B.

viernes, 28 de marzo de 2014

El Dios de la Evanescencia.

Porque para mí siempre habrá dragones, y siempre existirá la magia. Y yo seguiré creyendo en los sueños, aunque todo el mundo piense que se debe hacer lo contrario.
Porque no se trata de buscar lo que está correcto, sino lo que nosotros queremos.
Y yo quiero ser fantasía.


Me paso la vida persiguiendo sueños imposibles. Voy detrás de las utopías como si no hubiese nada más allá de lo que tengo, como si mi única salida fuese imaginar un mundo en el que mis deseos son realizables. Corro y corro, sin pausa, detrás de formas nebulosas que escapan a mis manos y se ríen de mí, burlonas en su invisibilidad, porque saben que no soy capaz de alcanzarlas. Ellas son más rápidas que yo, y si intento aferrarlas desaparecen entre mis manos, como la bruma en las mañanas de otoño. Me frustro, me desespero, pero estas fuerzas son superiores a mí. Soy un pobre gatito frente a enormes felinos titánicos.
Quien se atreva a mirar a mi corazón directamente que lo haga ahora que puede, porque hace ya mucho tiempo que dejó de estar en llamas. Ahora está mustio, apagado, sin vida; la roca candente fue pasada por agua a causa de un vendaval y las llamas no volvieron a arder dentro desde entonces. 
Nadie conoce mi corazón. Mejor que no lo conozcan. A mí me da miedo.

B.


Believe in me as I believe in you... tonight.


El sueño nebuloso de los místicos.

¡La catedral de Toledo! Figuraos un bosque de gigantes palmeras de granito que al entrelazar sus ramas forman una bóveda colosal y magnífica, bajo la que se guarece y vive, con la vida que le ha prestado el genio, toda una creación de seres imaginarios y reales.
Figuraos un caos incomprensible de sombra y luz, en donde se mezclan y confunden con las tinieblas de las naves los rayos de colores de las ojivas; donde lucha y se pierde con la oscuridad del santuario el fulgor de las lámparas.
Figuraos un mundo de piedra, inmenso como el espíritu de nuestra religión, sombrío como sus tradiciones, enigmático como sus parábolas, y todavía no tendréis una idea remota de ese eterno monumento del entusiasmo y la fe de nuestros mayores, sobre el que los siglos han derramado a porfía el tesoro de sus creencias, de su inspiración y de sus artes.
En su seno viven el silencio, la majestad, la poesía del misticismo y un santo horror que defiende sus umbrales contra los pensamientos mundanos y las mezquinas pasiones de la tierra.
La consunción material se alivia respirando el aire puro de las montañas, el ateísmo debe curarse respirando su atmósfera de fe.
Pero si grande, si imponente se presenta la catedral a nuestros ojos a cualquiera hora que se penetra en su recinto misterioso y sagrado, nunca produce una impresión tan profunda como en los días en que despliega todas las galas de su pompa religiosa, en que sus tabernáculos se cubren de oro y pedrería; sus gradas, de alfombras, y sus pilares de tapices.
Entonces, cuando arden despidiendo un torrente de luz sus mil lámparas de plata; cuando flota en el aire una nube de incienso, y las voces del coro y la armonía de sus órganos y las campanas de la torre estremecen el edificio desde sus cimientos más profundos hasta las más altas agujas que lo coronan; entonces es cuando se comprende, al sentirla, la tremenda majestad de Dios que vive en él, y lo anima con su soplo y lo llena con el reflejo de su onmipotencia.

Gustavo Adolfo Bécquer, La ajorca de oro

martes, 25 de marzo de 2014

lunes, 24 de marzo de 2014

Rima XXVI

Tú eres el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡Tenías que estrellarte o abatirme!...
¡No pudo ser! 
Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:

¡Tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados 
uno a arrollar, el otro a no ceder;
La senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!


Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas y Leyendas

domingo, 23 de marzo de 2014

Acabo de ver esto y me parece precioso.


Paraíso que es Asia.

El sol nace en Oriente; diríase al verlo que el genio de la luz, vencedor de las sombras, ebrio de orgullo y majestad, se lanza en triunfo sobre su carro de diamantes, dejando en pos de sí, como la estela de un buque, el polvo de oro que levantan sus corceles en el pavimento de los cielos. Las aguas, los bosques, las aves, el espacio, los mundos tienen una sola voz, y esta voz entona el himno del día. ¿Quién no siente saltar su corazón de júbilo a los ecos de este solemne cántico?

Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas y leyendas, El caudillo de las manos rojas

sábado, 22 de marzo de 2014

Hace poco publiqué una entrada con un vídeo de Woodkid. El protagonista de ese vídeo, por si no lo visteis, es un niño que pretende escapar de algo malo, algo que va detrás de él. Por tanto, debe correr. Durante la carrera es perseguido por cuervos, tropieza y cae, pero unos monstruos que salen de la tierra corren hacia él y lo ayudan a levantarse y seguir corriendo, mientras lo escoltan en su viaje. Además, le dan una espada y un casco de vikingo. De esta forma el niño puede alcanzar su felicidad llegando al final de todo, después de haber corrido kilómetros y kilómetros.
Me encanta ese vídeo. Me gustaría poder hacer como ese niño, y tener unos monstruos que estuviesen a mi lado para cogerme si me caigo y darme un disfraz de vikingo. Sería ideal poder escapar de nuestros problemas a base de una larga carrera, disfrazados de guerreros y escoltados por enormes criaturas que nos cogiesen si nos caemos.
Pero la vida no es así. Y cuando nuestro problema somos nosotros mismos, no se puede correr tan fácilmente para escapar. Ahí la espada y el escudo tienen que servir para batallar, y el problema de vencernos a nosotros mismos es que nuestro yo interior muere, o al menos una parte de él.
¿Cómo, entonces, ser ese niño que corre en el día a día? 
¿Será que no se puede? ¿Habrá que estar en guerra constante durante toda la vida para salvarnos a nosotros mismos de, irónicamente, nosotros mismos?
Yo no sé cómo se les sonríe a los problemas. Al fin y al cabo, son problemas, y son malos. No se les puede sonreír. 
Tampoco sabría cómo fabricarme una espada y un escudo vikingos, porque desde luego los monstruos no van a venir a dármelos, y menos a escoltarme en mi carrera. Tendré que correr sola, con ropa de algodón y con los cuervos picoteándome la cabeza. 
No sé cómo se saluda al sol cada mañana, porque siempre me levanto pensando en las cosas que DEBO o que QUIERO hacer. Nunca en lo que necesito. Transformo la vida en un constante querer y no poder, en un deber y no querer. No sé lidiar con los sentimientos, y menos con las personas que los provocan.
Irónico: quiero ser una Simona del nuevo siglo y lo único que consigo es arrastrarme detrás del primer alma firme que me desbarata un poco los esquemas. Si la Simona original me viese, agacharía la cabeza y admitiría por lo bajo que soy un fracaso. Fracasé como tigre, como mujer, como parte de la juventud y como ser racional. La verdad es que doy bastante pena.
Sólo sé esconderme. Y caer en picado. Lo segundo antes que lo primero, por supuesto.
¡Quién fuera como ese niño que corre y tiene una espada! Su casco con cuernos me vendría bien para defenderme de estos cuervos tan pesados...

B.
Soy un espejismo. Soy una ilusión.
Soy la nota muerta que sobra en esta canción.
Soy una metáfora, soy una utopia;
soy la leyenda de esta tierra sombría.
Soy la bruma, soy la niebla;
soy la luna que se lleva consigo la marea.
Soy la confusión de una mente inquieta;
no soy ni una sílaba, tan sólo una letra.
Soy un mito, soy un cantar de gesta;
soy la gran revolución dentro de una pequeña cabeza.
Soy una mentira, soy una media verdad;
soy un abismo colmado de oscuridad.
Soy una Simona en un mundo de hombres,
soy una filósofa a la que queman en la hoguera.
Soy un ave fénix pasado por agua,
soy la que al llorar ríe, canta y baila.
Soy bruma, o algo parecido. No lo sé todavía.

Dice un poeta...

Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, contempla sus cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y hermosura.
Hay otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y, desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía.
La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo.
La segunda carece de medida absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas.

Gustavo Adolfo Bécquer, prólogo para La soledad de Augusto Ferrán

viernes, 21 de marzo de 2014

Dos desconocidos
que vagan en derredor.
Un punto muerto
entre las manchas de un jaguar.
La pata coja de una silla.
Dos ovejas negras de entre todas las demás.
Somos bombones, tú de chocolate y yo uno caducado.
Somos poesía defectuosa.
Somos las cuatro patas de una cama demasiado pesada.
Somos dos asteroides que no quieren colisionar.
Somos lo que somos.
Yo no tengo la culpa de ser lo que soy.
Escritora de pacotilla, tigresa sin colmillos, traductora mediocre.
¿Qué eres tú?
Un rey sin castillo, un príncipe de las brumas, un lobo feroz.
Quiero ser tú. No quieras ser yo.

No me hagas caso. Estoy desvariando.
Bruma.

Oda al gato.

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Pablo Neruda

miércoles, 19 de marzo de 2014

domingo, 16 de marzo de 2014

Motiva estar todos juntos otra vez... como antes...

También sabía que los sangrecaliente habían vencido en Awa porque una hechicera se había sacrificado para realizar un hechizo de fuego que había resultado ser fatal para las serpientes aladas. Por fortuna para los sheks, no existían muchas posibilidades de que eso volviera a suceder. Los héroes, aquellos capaces de sacrificarse por la colectividad, eran escasos. Entre los sangrecaliente había un puñado de héroes y una gran mayoría de gente corriente. Lo cual también era una suerte para los sangrecaliente: si todos estuviesen dispuestos a sacrificarse por todo el mundo, las razas sangrecaliente se habrían extinguido mucho tiempo atrás. A menudo no era una cuestión de valentía o de cobardía, sino de detenerse o no a pensar en las consecuencias de lo que uno mismo hacía. Si la hechicera se hubiese parado a pensar en todas las cosas que podían salir mal en aquel hechizo, probablemente no habría dado su vida por llevarlo a cabo. Un shek se habría parado a pensar. Un shek habría elegido la opción más lógica. Y a menudo las heroicidades no eran la opción más lógica, sino la acción más desesperada. Por eso pocos héroes llegaban a viejos. Por eso había una línea tan fina entre el heroísmo y la locura.

Laura Gallego García, Memorias de Idhún III: Panteón

jueves, 13 de marzo de 2014

"Throw your soul through every open door
Count your blessings to find what you look for
Turn my sorrow into treasure gold
You pay me back in kind and reap just what you sow"
-Adele, Rolling In The Deep


sábado, 8 de marzo de 2014

Feliz día, mujeres.


  • "Para conocer a una chica no hace falta acostarse con ella" (J. D. Salinger, El guardián entre el centeno)
  • "El día que una mujer pueda amar no con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse; ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal" (Simone de Beauvoir)
  • "Si la mujer tiene derecho a subir a la horca, también debe tenerlo a subir a la tribuna" (Olympe de Gouges)
  • "Mírame. Mírame como me viste la primera vez, de novia en tu cama, cuando tu mano de guerrero tocó por primera vez mi piel. Mírame como me viste cuando le daba el pecho a nuestro primer hijo que tenía tus ojos y se miraba en los míos. Mírame ahora como me verá el enemigo cuando me lleve a su sucia cama y con sus hijos bastardos" (Shannon Hale, La princesa que hablaba con el viento)
  • "Cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa está muy cerca de entender los de llevar un país" (Margaret Hilda Tatcher)
  • "Papá afirma que a nadie le gusta una mujer que piensa demasiado" (Kate Morton, La casa de Riverton)
  • "La ley general de que el aprendizaje de las mujeres debe ser conseguido a través de medidas heroicas, como mucho, aún no ha quedado obsoleta. Ellen Watson, la joven superdotada, alumna de W. K. Clifford, que murió en el Cabo de Buena Esperanza a una edad temprana, hizo todos sus estudios antes de la hora del desayuno, porque estaba obligada a dedicar todo el tiempo del día a la enseñanza de sus hermanos y hermanas más jóvenes; y las postimetrías del "Siglo XIX" contienen este relato de una niña cuya compasiva familia le aseguraba todos los días dos horas ininterrumpidas para una siesta vespertina a causa de su delicado estado de salud, sin saber que su sueño de la tarde era debido a las horas de duro trabajo anteriores al desayuno, trabajo para el que, no hace falta decirlo, no se hubiera atrevido a pedir dos horas ininterrumpidas de la tarde" (Sophie Germain)
  • "-La política es un juego de hombres. (Teddy) +Déjame jugar. (Hannah)" (Kate Morton, La casa de Riverton)
  • "Si en mi tarjeta pusiera Emilio, en lugar de Emilia, qué distinta habría sido mi vida..." (Emilia Pardo Bazán)
  • "Si nuestra amiga Somerville se hubiera casado con Laplace, o con un matemático, nunca habríamos oído hablar de su trabajo. Lo habría fundido con el de su marido, presentándolo como si fuera de él" (Charles Lyell)
  • "Un hombre siempre puede tener el control de su tiempo alegando que tiene negocios; a una mujer no se le permite tal excusa" (Mary Somerville)
  • "En mi vida me han llamado de muchas maneras: hermana, amante, sacerdotisa, hechicera, reina. Ahora, ciertamente, soy hechicera, y acaso haya llegado el momento de que estas cosas se conozcan. Pero, a decir verdad, creo que serán los cristianos quienes digan la última palabra, pues el mundo de las hadas se aleja sin pausa del mundo en el que impera Cristo. No tengo nada contra Él, sino contra sus sacerdotes, que ven un demonio en la Gran Diosa y niegan que alguna vez tuviera poder en este mundo. A lo sumo, dicen que su poder procede de Satanás. O bien la visten con la túnica azul de la señora de Nazaret (que también, a su modo, tenía poder) y dicen que siempre fue virgen. Pero ¿qué puede saber una virgen de los pesares y tribulaciones de la Humanidad?" (Marion Zimmer Bradley, Las nieblas de Avalón)
  • "-Don't Jo, it's so boyish. +That's why I do it" (Little Women by Louisa May Alcott)
  • "Allí comenzaría de nuevo. Como hombre, como mujer. Daba igual, con tal de que le permitieran ser ella misma" (Laura Gallego García, El Libro de los Portales)
  • "Aún en los mejores momentos de mi vida con Antonio, me sentía insegura, llena de problemas y rodeada de peligros. Debía luchar constantemente por sobrevivir en el día a día, por mantener una independencia y una dignidad, contra todos y contra todo. Luchar constantemente por no dejarme arrastrar por el mundo de los hombres que insistían en colocarme en un lugar que yo no quería ocupar, y lo más sarcástico de todo esto era que ahora me encontraba de repente abandonada" (Carmen Rico-Godoy, Cómo ser infeliz y disfrutarlo)
  • "No tienes las manos de una princesa frágil que pasa las horas haciendo encaje y que espera a que llegue algún príncipe a salvarla. Son las manos de una mujer capaz de trepar por una cuerda hecha con su propio cabello para alcanzar la libertad, o de matar al ogro que la ha capturado mientras duerme" (Patrick Rothfuss, El nombre del viento)
  • "Mi morena Laurian, de Arliden esposa, / tiene el rostro afilado de una raposa / y la voz erizada de una hechicera. / Mi dulce contable de cocinar no sabe, / pero con el ábaco no hay quien la gane" (Patrick Rothfuss, El temor de un hombre sabio)
  • "Estas son las cosas que hay que copiar. Mujeres solas que viajan sin prejuicios a sitios tranquilos, donde sabes que no te van a atosigar con preguntas indiscretas o incluso a negarte el derecho de admisión por no ir acompañada" (Mar de los Ríos, Tren de lejanías)
  • "Un hombre debería ser libre de vivir como quisiera. Y, ya que estamos, una mujer también" (Donna W. Cross, La papisa)
  • "Yo nunca me clasifiqué a mí misma con las demás niñas. Era diferente, no era de su especie. Nunca pensé que mi futuro iba a ser como el de ellas. Pero ahora sabía que eso era falso, que yo era exactamente como las demás: se esperaba que entregara mi vida a una casa, un marido y unos hijos. Se suponía que dejaría mis estudios naturalistas, mi cuaderno y mi amado río. Había algo perverso en toda esa costura y cocina que intentaban imponerme, en esas lecciones pesadas que yo esquivaba y rechazaba" (Jacqueline Kelly, La evolución de Calpurnia Tate)
  • "Soy una mujer fuerte y decidida" (Paulo Coelho, Brida)
  • "Pero cómo describirte mi admiración y asombro al ver que mi estimado corresponsal Sr. Le Blanc se metamorfosea en este personaje ilustre que me ofrece un ejemplo tan brillante de lo que sería difícil de creer. La afinidad por las ciencias abstractas en general y sobre todo por los misterios de los números es demasiado rara: lo que no me asombra ya que los encantos de esta ciencia sublime sólo se revelan a aquellos que tienen el valor de profundizar en ella. Pero cuando una persona del sexo que, según nuestras costumbres y prejuicios, debe encontrar muchísimas más dificultades que los hombres para familiarizarse con estos espinosos estudios, y sin embargo tiene éxito al sortear los obstáculos y penetrar en las zonas más oscuras de ellos, entonces sin duda esa persona debe tener el valor más noble, el talento más extraordinario y un genio superior" (Carl Friedrich Gauss al enterarse de que su supuesto corresponsal Monsieur Le Blanc era una mujer, Sophie Germain)

miércoles, 5 de marzo de 2014

Pensamientos de la buena de Clover.

Si ella pudiera expresar sus pensamientos, hubiera sido para decir que a eso no era a lo que aspiraban cuando emprendieron, años atrás, el derrocamiento de la raza humana. Aquellas escenas de terror y matanza no eran lo que ellos soñaron aquella noche cuando el Viejo Mayor, por primera vez, los incitó a rebelarse. Si ella misma hubiera concebido un cuadro del futuro, sería el de una sociedad de animales liberados del hambre y del látigo, todos iguales, cada uno trabajando de acuerdo con su capacidad, el fuerte protegiendo al débil, como ella protegiera con su pata delantera a aquellos patitos perdidos la noche del discurso de Mayor. En su lugar -ella no sabía por qué- habían llegado a un estado tal en el que nadie se atrevía a decir lo que pensaba, en el que perros feroces y gruñones merodeaban por doquier y donde uno tenía que ver cómo sus camaradas eran despedazados después de confesarse autores de crímenes horribles. No había intención de rebeldía o desobediencia en su mente. Ella sabía que, aun tal y como se presentaban las cosas, estaban mucho mejor que en los días de Jones y que, ante todo, era necesario evitar el regreso de los seres humanos. Sucediera lo que sucediera permanecería leal, trabajaría duro, cumpliría las órdenes que le dieran y aceptaría las directrices de Napoleón. Pero aun así, no era eso lo que ella y los demás animales anhelaran y para lo que trabajaran tanto. No fue por eso por lo que construyeron el molino, e hicieron frente a las balas de Jones. Tales eran sus pensamientos, aunque le faltaban palabras para expresarlos.

George Orwell, Rebelión en la granja

martes, 4 de marzo de 2014

Algo me dice que a Dickens le agradaba Shakespeare.

¡Oh, fría, fría, rígida, terrible muerte: erige aquí tu altar y revístelo con todos los horrores de que dispongas, porque éste es tu dominio! Sin embargo, de la cabeza amada, digna de respeto y veneración, no podrás tocar ni un solo cabello para tus espantosos fines, ni podrás hacer odiosos sus rasgos. Y no es que ahora la mano esté inerte y caiga al ser abandonada, ni que el corazón y el pulso estén inmóviles; sino que la mano fue noble, generosa y leal; y el corazón, valeroso, cálido y tierno; y el pulso, viril. ¡Hiere, sombra, hiere! ¡Y contempla cómo sus buenas acciones brotan de la herida para sembrar el mundo de vida inmortal!

Charles Dickens, Canción de Navidad

lunes, 3 de marzo de 2014

Hay ciudades que se nos meten en la sangre.

No sabría decir si yo he ido a Barcelona o ha sido ella la que ha venido a mí. Esta ciudad me envuelve, me atrapa con sus dulces brazos envenenados de amores prohibidos y sueños rotos; Barcelona se apodera de mi cuerpo, mi mente y mi espíritu, y comete con ellos el Diablo sabe qué lujurias.
Aquí estoy, escuchando el viento que azota a la fuerte Barcelona; a ella no la pueden vencer los elementos, pues tiene tras de sí toda una historia secreta que cuentan susurrando las piedras de Gaudí. Barcelona no necesita de palabras para hacerse oír en los corazones de los pobres viajeros que, como yo, un día desgraciado probaron los labios de esta amante caprichosa y letal.
Barcelona pone mi nombre en boca del Dragón sin alas que vigila desde su loma la Catedral soñada por el mismo arquitecto mago; está triste, necesita de algo que a ella la repele, y su corazón sangra por ello.
Barcelona se me escapa, es una figura nebulosa en mi vida que regresa cada año para darme un beso fugaz y luego marcharse de nuevo con el viento de febrero. Barcelona es misteriosa, y creo que nadie podrá nunca desvelar todos sus secretos.

Bruma, inspiración de un amor imposible.