Nada me hace más feliz que ver a mi madre conducir y mover la cabeza al compás de esta canción, a la vez que sus labios esbozan lo que viene siendo un vano intento de rememorar sus años de estudio del inglés, ya ajados y descoloridos por el tiempo.
¿Quién dudaba de la energía interna de nuestros progenitores? A veces es como si cuestionásemos que han tenido una juventud y unos años locos, como se suele decir.
Gracias, mamá, por demostrar que la edad no es un factor que determine las cosas que nos van a hacer felices.
B.
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