Les saluda una mujer joven del siglo XXI con sus más cordiales respetos. De forma solemne les comunico mi gratitud por haber permitido tantos avances a lo largo de este último siglo, ya que sus cualidades tecnológicas nos han acercado un poco más entre todas las culturas y se ha ido eliminando parcialmente ese miedo a lo desconocido que todos los mortales hemos llevado siempre incrustado en nuestros corazones, a pesar de negarlo algunos más que otros.
Pero el motivo de mi carta es distinto y, por así decir, desagradable. Resulta que en las últimas décadas he observado cierta tendencia por su parte a la llamada cultura de masas, mediante la que, entre otras cosas, intentan imponer en la sociedad unos ideales de belleza muy, pero que muy peliagudos. Día tras día vemos modelos femeninas que, aparte de vestir con las mejores prendas de los más prestigiosos diseñadores, poseen unos cuerpos que hoy en día se consideran de diosa. Esto no hace sino aumentar los disgustos que las mujeres, sobre todo las jóvenes, tienen sobre sus cuerpos. ¿Acaso son malos los cuerpos naturales? En lugar de transmitir a TODO EL MUNDO; repito, TODO EL MUNDO una enseñanza sobre la belleza espiritual y lo que realmente dignifica la vida y hace feliz, ustedes se dedican a enviar de acá para allá imágenes de tías semidesnudas con piernas de vértigo subidas en tacones.
Yo, en mi papel de fémina del futuro, les declaro en este texto abierto al público que no soy como ellas, ni de lejos. A su gusto, señores medios de comunicación, yo no tengo un pelo precioso, ni unos ojos llamativos, ni una boca especialmente deseable, ni un par de tetas como cañones, ni unas curvas torneadas, ni una piel bien bronceada. Además, me sobra peso.
Ahora es cuando les pregunto, señores medios de comunicación: ¿por ser así ya no puedo brillar algún día? Refiriéndonos sólo a mujeres, puesto que son ellas las más afectadas en esta sociedad machista que habla sin empatía... ¿acaso por no ser bella a ojos de la sociedad, ya no lo seré para nadie?
¿Están ustedes seguros, medios de comunicación, de que la belleza se encuentra sólo en una piel tersa como la seda y un cuerpo casi famélico?
Si les doy mi opinión, esto no es así. No perdonaría que algún día mi hija me dijese que no se siente guapa y la culpa residiese en ustedes. No, claro que no.
Aquí acaba mi carta, señores medios de comunicación. Creo que ya no me queda más que añadir. Reflexionen, por favor, sobre todo esto.
Atentamente,
una mujer con serios problemas emocionales.