¿Sigues ahí arrastrada mientras tu espíritu sangrante va muriendo lentamente ante tu dios sin despegarse aún de ti? ¿Permanece todavía tu férrea mirada surcada de lágrimas posada en el regazo de aquel que un día te rechazó? ¿Insiste tu desdichado corazón, como dicta su costumbre inquebrantable, en mantenerte viva con tenues y dolorosos latidos? ¿Van tus piernas perdiendo color bajo la lluvia, resquebrajándose tu piel entera poco a poco y temblando tus labios cada vez más? ¿Rasgas aún las vestiduras de tu maltrecho cuerpo en eterna agonía? ¿Escuchan tus oídos la melodía de réquiem que ha de acompañarte al sepulcro, allá en el seno de tu divinidad?
Dime, alma en pena... ¿acaso no deseabas morir?
Oh, hermosa alma en pena... si alguien más supiera cuán grande fue tu belleza en otro tiempo...
Oh, dulce alma en pena... si alguien más supiera lo amargo de tu situación...
Oh, cálida alma en pena... si alguien más fuera capaz de mirarte a los ojos mientras el abrazo de la fría muerte intenta arrancarte de esta cruel vida...
Oh, mi pobre y querida alma en pena... si el mundo supiera lo que sufriste, quizás hoy en día tu corazón seguiría estando vivo y, puede, no sintieras ninguna tristeza.
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