domingo, 30 de junio de 2013

Amor.

He oído lo que los poetas escriben sobre las mujeres. Componen rimas y rapsodias, y mienten. He visto a marineros en la orilla contemplando en silencio la lenta ondulación del mar. He visto a viejos soldados con el corazón de cuero que derramaban lágrimas al ver los colores de su rey ondeando al viento.
Creedme: esos hombres no saben nada del amor.
No lo encontraréis en las palabras de los poetas ni en la mirada anhelante de los marineros. Si queréis saber algo del amor, miradle las manos a un músico de troupe cuando toca un instrumento. Los músicos de troupe sí saben.
[...] Sí, mi laúd tenía defectos, pero ¿qué importa eso cuando se trata de asuntos del corazón? Amamos lo que amamos. La razón no entra en juego. En muchos aspectos, el amor más insensato es el amor más verdadero. Cualquiera puede amar algo por algún motivo. Eso es tan sencillo como meterse un penique en el bolsillo. Pero amar algo a pesar de algo es otra cosa. Conocer los defectos y amarlos también. Eso es inusual, puro y perfecto.

Patrick Rothfuss, El temor de un hombre sabio

Papá lobo y su bebé gatito.

Algo me decía que ibas a reaccionar así cuando te pusiese un gatito con días de vida en las manos, pero mi mente zopenca e impulsiva me pintaba la idea de probar tu sensibilidad como lo más atrayente de la noche.
Así pues, en cuanto te acercaste a la puerta de la habitacioncita donde descansaban mamá gata y sus pequeños, yo me colé entre tú y Lémur y cogí a una de las pequeñas bolitas de pelo que fingían dormir en el cojín.
Cuando me levanté llevando en la mano al gatito -apenas cubría la mitad de mi palma-, Lémur intentó que se lo pusiera a él en las manos, pero yo me fui directa a las tuyas, abiertas, serenas. Lo coloqué ahí con sumo cuidado, rozando un poco tus palmas, y de pronto fue como si algo cambiase en la atmósfera de la habitación.
Incluso teniendo a un lado a Lémur despotricando, fue como si saliese a flote todo el cariño que has guardado durante tu vida. Tomaste con las dos manos la criaturita que yo te tendía y una amplia sonrisa sacudió no sólo tu cara, sino todo tu cuerpo. Una sonrisa capaz de comerse el mundo entero en menos de un segundo, con la suficiente fuerza para mover montañas y el calor necesario para evaporar un océano. La sonrisa más bonita que he visto en mucho, mucho tiempo.
Parecías el papá primerizo al que acaban de poner en brazos a su recién nacido. De vez en cuando hablabas un poco de cosas sin sentido con el gatito aún ciego que reposaba en tus manos, pero al final tu rostro acababa retornando a la expresión reinante en esos momentos: la sonrisa más pura, perfecta y humana que se ha visto en milenios.
Murmurabas algo de que te encantaba, y yo os hubiera dado el achuchón más grande del mundo a ti y a la bolita de pelo en tus manos con todas mis ganas de haber tenido la certeza de que me lo hubieras permitido.
Se veía claro como el agua que todo tu cuerpo estaba atento para proteger a ese ser diminuto al que no te unía ningún tipo de lazo afectuoso anterior. Tu forma de mirarlo, como si fuese lo más precioso que han cogido tus manos nunca, estremecería al más duro de los soldados y al más mezquino de los líderes. Como si toda tu vida hubieses seguido un camino de rumbo desconocido hasta que no tuvieses ese gatito en las manos.
Se vio en ti un instinto paternal hermoso, no sé si te diste cuenta. Las personas como tú se cuentan con los dedos de una mano en todo el mundo, lo sabes, ¿verdad?

B.

miércoles, 26 de junio de 2013

Strength.

I've got no place to go
I've got nowhere to run
They love to watch me fall
They think they know it all...
I'm a nightmare, a disaster;
That's what they always said...
I'm a lost cause; not a hero
But I'll make it on my own
I've gotta prove them wrong...
It's ME AGAINST THE WORLD!


Simple Plan, Me against the world

martes, 25 de junio de 2013

Bienvenido a mi infierno.

Tiras de mí y me arrastras hacia un agujero sin fin en el que no debo caer, pero yo necesito verte y quiero rozar tu piel para tener la certeza de que estás ahí, de que hay algo tangible más allá de esta niebla que me rodea.
Yo camino a ciegas, creyendo que esto será bueno para mí, que un cambio me hará bien, pero no puedo estar más equivocada. La ironía es que lo sé, y aún así permanezco en pie esperándote, atenta a cualquier señal de que tus ojos felinos me escudriñan en la oscuridad con un gesto más allá de lo puramente hostil.
Eres un mal camino, un error en mi vida, una decisión para nada acertada, pero ¿cómo salgo de ti? Si ni yo misma soy capaz de cuidarme sola, ¿quién vendrá a salvarme de tus huesos, veneno de mi espíritu, traición a mis principios?
Me cuesta respirar, me estoy ahogando en tu negrura, y aún así sigo intentando salir a la superficie... aún cuando el petróleo de tu alma está corrompiendo mis débiles pulmones.
No veo más allá del pecado mortal de tus ojos, y quiero atravesarlos con mis garras, pero siento que necesito perderme en tu mirada... y entonces me quedo en ella, crucificada por tu alma, torturada por todo tu ser.
Echo de menos esa época en la que no existías, pero no puedo imaginarme un mundo en el que no mire a un lado y espere verte aparecer de golpe y porrazo. Realmente me gustaría volver a ese tiempo en el que era consciente de mi plena fuerza... pero seguro que no sabría lo que es el deseo, o el cariño, o incluso el odio.
Eres un sacrificio, un hálito de vida impura dentro de la muerte más plácida, un haz de luz roja en un camino bañando por la suave luz lunar; me llamas, me atraes irresistiblemente, me gritas que corra hacia ti sin importarme todo lo demás...
Pero ¿qué será de mí después?

B.

Fuerza.

Esta noche alguien va a probar mi barra de metal,
del que no se enfría jamás; siempre está hirviendo.
Y ahora yo quiero jugar a ser gigante,
pensemos en horizontal: yo voy delante.

Supersubmarina, Kevin McAlister

lunes, 24 de junio de 2013

Dime la verdad.

A veces me pregunto si será correcto seguir esa luz de opaca transparencia que dejas ver en mi camino. Dime tú, que tan bien la conoces, ¿será doloroso? ¿Me romperé en mil pedazos, o en dos mil? ¿Derramaré más lágrimas por ti o por mí, o por los dos juntos?
Hay un camino marcado por huellas felinas. ¿Es el que va hacia ti? ¿Me dará tiempo a alcanzarte en esta oscura noche que se cierne sobre mi pequeño mundo conocido, o tropezaré y caeré para quedarme ahí tirada, sola y muerta de frío en mitad de la selva?
Sé que contigo conoceré a mis demonios, pero ¿me ayudarás a enfrentarlos o, por el contrario, soltarás mi mano y me dejarás caer en el abismo que forman dentro de mí?
Claro que hay más aparte de mí. ¿Seré bastante, o querrás algo distinto? ¿Me acercaré lo suficiente a ese lado tuyo que es sensible a mi fortaleza, o serás tú la muralla contra la que chocará mi voluntad de papel llevada por el viento?
Por supuesto que no soy la más hermosa, ni la más sabia, ni la más fuerte. ¿Será eso bueno o malo para tu criterio? ¿Te divertirás un poco explorándome y después me abandonarás sola, o por el contrario seguirás queriéndome cuando sepas todo lo malo que tengo, todo aquello que quiero esconder del mundo?
No quiero estar sola, y sé que tú tampoco. ¿Podremos acompañarnos, o me rehuirás?
¿Bailarás conmigo al son de esta música sorda, o desatarás una tormenta para que no se pueda escuchar?
¿Viajarás conmigo alrededor del mundo, o cavarás mi tumba para enterrarme viva en ella?
¿Me cogerás cuando caiga, o serás tú el que me haga caer?
¿Mirarás conmigo las estrellas y jugarás a imaginar que nos agarramos juntos a una de ellas y nos marchamos lejos? ¿Lo harás?
Dime la verdad, ¿lo harás?

B.

sábado, 22 de junio de 2013

Apareciste en la calle, como muchos otros desafortunados.

Aún recuerdo cuando eras esa enana saltarina que corría hacia mí con sus patitas de cabra montesa cada vez que se me ocurría aparecer por la terraza. Con tu morrito de princesa cazadora me bañabas en baba perruna y ladrabas de pura alegría con sólo reconocer mi olor. Agitabas tu cola de rata sin parar y, de haber tenido más pelo, estoy segura de que habrías barrido la casa entera.
Pero creciste, creciste mucho, y tu presencia se hizo insoportable para papá y mamá. A mí me dolían sus regañinas y sus comentarios hirientes sobre mi mala manera de hacer las cosas y mi marcada irresponsabilidad, pero ¿qué iba a hacer una niña de trece años contra dos adultos de cuarenta? ¿Gritar? ¿Golpear las paredes? ¿Pintar pancartas y colgarlas en la puerta de mi cuarto? Ninguna de esas cosas hubiera valido, por lo que me resignaba a llorar en silencio, a veces junto a ti y otras veces sola, esperando el día en el que todo se calmase.
Hacía planes que nadie conocía: crecer, aprobar una Selectividad que incluso ahora parece que me van a quitar, marcharme lejos a la Universidad y llevarte conmigo donde pudiéramos vivir tranquilas y sin nadie que nos molestase en nuestro pulcro desorden vital. 
Y es que siempre he sabido que somos tremendamente parecidas tú y yo: salvajes, indomables; lanzamos nuestro grito al cielo cada vez que algo a nuestro alrededor está mal o nos hace daño. No somos malas, pero los demás nos lo quieren hacer creer. Les molesta nuestra alegría, nuestra ansia de vivir libremente; por eso intentan reprimirnos.
Lo cierto es que eres la perra más salvaje que he visto en mi vida. Te llaman y sólo acudes cuando te conviene, te lanzan una pelota y vas a por ella pero no la devuelves, te atan a una correa y tiras como un demonio. Sin embargo, eso es lo que más me gusta de ti y más me identifica: tu individualismo.
Pero no eres agresiva ni lo has sido nunca. Al menos no conmigo, porque sabes que te quiero. Te limitas a hacer lo que te place y como te place, cosa en la que te pareces a mí irremediablemente.
Cuando papá me llamaba gorda, irresponsable o mentirosa y me humillaba por cualquier nimiedad, yo lloraba y tú venías a mi regazo a tumbarte. Te quedabas un rato ahí, sintiendo mi sangre fluir y escuchando mis sollozos, y yo te veía a ti calmada por primera vez, con los ojos cerrados y una paz que nunca había conocido en tu ser. Cuando por fin mi respiración volvía a la normalidad y dejaba de derramar lágrimas inútiles, te levantabas y te ibas, dejándome espacio para pensar y recuperarme. Y al cabo de unos minutos volvías a ser la de siempre, mordisqueándome los dedos juguetona y saltando para llamar mi atención.
Pero el hecho de que te mantuvieras conmigo cuando el resto del mundo me daba la espalda dice mucho de ti, pequeña amiga. ¿Cuántos humanos harían como tú? Creo que podría contarlos con los dedos de la mano.
Te alejaron de mí y cada vez te veo menos. Sé que algún día te marchitarás, perderás tu alegría vital y te convertirás en una cánida anciana y artrítica a la que le cueste moverse, mientras que yo estaré en la flor de mi vida, cumpliendo veinte años y haciendo tremendas locuras. Cuando eso suceda, no me voy a perdonar haberte dejado marchar con tanta facilidad, haber permitido que te llevaran donde no pudieras darme los buenos días cada mañana con tus ojos castaños chispeantes de felicidad.
¿Qué voy a hacer yo sin mi pequeña Bruma? Mi mundo dejará de ser el mismo sin ti, preciosa mía. Cuando una estrella se apaga en el cielo el mundo apenas lo nota, pero seguro que un observador atento amante del firmamento se entristece porque era ese astro el que portaba sus deseos. Supongo que lo mismo me sucederá a mí cuando tu llama interior se apague y cierres los ojos a este mundo en el que no todo el mundo te tuvo cariño, aunque yo, por lo menos, sí.
Cualquier cosa que diga se queda corta para lo grande que es tu corazón, ¿no crees, podenquita mala?

De parte de esta escritora de pacotilla
para la amiga más genial de mundo entero.

viernes, 21 de junio de 2013

Buenas noches, alma gemela.

Ahí estás como cualquier otra noche, altiva y orgullosa, vigilando el mundo de los mortales que te ha tocado velar hasta quién sabe cuándo. Pareces un hermoso diamante surgido en una mina de sucio carbón, una joya de la más inmaculada plata en un firmamento de petróleo.
Y es así: para una vez que me digno a contemplarte, no hay estrellas que te rodeen y hagan de damas de honor. Sólo te veo a ti, la reina del cielo nocturno, con tu pura belleza de astro refulgente en la oscuridad.
Nos encontramos cara a cara después de mucho tiempo, vieja amiga. Me parece que hasta estás más elegante: es como si te hubieses vestido de novia para esta ocasión en la que, por un casual y otro, mis ojos han ido a parar a tus facciones difuminadas por la distancia.
He de confesar que me das envidia insana, querida Luna. Todas las noches hay lobos aullando a tu belleza, como si no existiese nada más capaz de llamar su atención. ¿Cómo lo haces? ¿Cuál es tu secreto? Realmente, tú y yo no somos tan distintas: ambas nos movemos lentamente dentro de un entorno que avanza a su manera y sin consultar, y no tenemos más remedio que conformarnos con nuestra soledad y fingir que alrededor encontramos algo que nos complementa. ¿Por qué, entonces, estos sentimientos que encuentro en mi interior? ¿A qué viene esa rabia inmensa que amenaza con salir de mí en un aluvión de lágrimas cada vez que acierto a contemplar tu blanca figura en el firmamento? ¿Acaso eres el único ser solitario del mundo que merece veneración?
Tan bella... y tan sola, querida Luna. 

B.

viernes, 14 de junio de 2013

Confesiones de una lágrima de fuego.

He de confesar que me siento sola, terriblemente sola. Dolorosa, fría y verdaderamente sola.
Nunca había pensado que pudiese poner esto por escrito. Me incomoda causar preocupación y que haya seres queridos a mi alrededor intentando ayudarme, pero el hecho de quedarme sin compañía en mi pequeño espacio vital me produce unos escalofríos que, para ser sincera, han ido menguando con el tiempo, aunque siempre permanecen ahí, latentes.
Es curioso cómo trato de llamar la atención como un minino aburrido, para después retirarme a mi cueva y ahuyentar por medio de rugidos y zarpazos a todo aquel que intenta acercarse. Parece como si tuviese algún tipo de bipolaridad, como si fuese un solo ser dual que se divide y cuyas caras actúan en función de la situación, siempre exasperando a todo aquel que ronde su medio externo.
Me gustaría encontrar a alguien que me diese la mano para guiarme a través de este mundo maravillosamente podrido, pero a la vez tengo miedo de que esa mano me hunda en esa otra podredumbre que no tiene nada de maravillosa, y por eso rechazo cualquier muestra de cariño. Me encierro en mi pequeña jaula, una que yo misma he fabricado, y me quedo murmurando y renegando por lo bajo de cualquiera que se haya cruzado en mi camino mínimamente, aunque no tenga nada de culpa de mis problemas.
No sé por qué, pero he compartido esto con cualquier lector con un punto de interés que lea este espacio de la red. Espero sentirme un poco mejor conmigo misma así, o por lo menos en paz, aunque no del todo contenta.

B.

jueves, 13 de junio de 2013

Alcé la cabeza y mostré a la que está harta de parecerse al resto de la gente, a la que tiene mil sentimientos que ni muestra ni sabe describir con tinta y papel, a la que quiere pero no puede, a la que se recrimina y está llena de complejos; mostré a la chica que tiene miedo a que la vean llorar, pues le aterra su propia debilidad; mostré a la que quiere convertirse algún día en una mujer de mundo, que tiene sueños tanto vivos como rotos, pero sueños al fin y al cabo; mostré a un alma en pena habitante del desorden más colosal, mostré al tigre enjaulado que ruge con más fuerza conforme se estrechan los barrotes de su prisión; mostré al espíritu salvaje que ha sido reprimido y dañado por un furtivo cazador; mostré a alguien cuyas rodillas son más fuertes que su cabeza; mostré un corazón de hielo delator, unos ojos de fuego pétreo y unos puños de hierro fundido; mostré a alguien que aún no tiene ni idea de su propio nombre a pesar de que creció escuchándolo repetir a los terceros; mostré a alguien que quiere alcanzar una perfección en cuya existencia finge no creer; mostré a un alma débil, atrapada entre dos mundos; mostré a un alma solitaria que desprecia la compañía profundamente anhelada; mostré a alguien que sueña con los ojos abiertos y es incapaz de dormir en oscuridad; mostré a un ser muerto que respira; mostré una luna que se ha teñido de rayas y se prepara para cazar al lobo aullante entre la bruma.
Mostré algo.... pero no sé muy bien qué.

B.

domingo, 9 de junio de 2013

Carta a alguien especial que, probablemente, no será leída:

Estimada Garza Real, que con tu prosa francesa y tu léxico variado te abriste paso a la fuerza en las existencias de estos pobres estudiantes castellanos cuando aún no sabíamos distinguir sujeto de predicado, te has marchado hoy de nuestras vidas sin dejar apenas más rastro que un sentimiento amargo y arrepentido propio de una juventud precipitada a la que nuestra biología nos hizo ser arrastrados.
Estimada Garza Real, que entrabas taconeando en cada clase y salías del mismo modo de ella, con tus faldas de colores suaves ondeando al movimiento de tus piernas y tus blusones reflejando la luz artificial de las lámparas; parecías recién sacada de una novela contemporánea francesa incluso cuando nos acostumbramos a huir de tu figura firme al verla llegar a lo lejos tras alguna trastada nuestra.
Estimada Garza Real, que tu maletín de cuero marrón escondía lo que sólo tú de entre todo el profesorado portabas, ¿cómo olvidar tus caras gafas oscuras, tus chaquetas de elegante cuero, tu precioso pelo rubio?
Estimada Garza Real, que tus ojos azules nos escrutaban al tartamudear lo que aún hoy es un francés chapurreado, nunca nos desanimaste de ninguna de las maneras que otros profesores empleaban con la vana intención de subir nuestro interés por sus asignaturas. Tú no perdías el tiempo en memeces.
Estimada Garza Real, ¿alguien te dijo alguna vez lo importante que llegaste a ser para nosotros? ¿Para mí? ¿Lo que supuso que cuando los demás me miraron por encima del hombro yo aún siguiese teniendo tu respeto y apoyo? ¿Lo que hiciste por mí casi sin saberlo? ¿Los sueños que hiciste germinar en mí y que aún la sociedad no ha conseguido apagar?
Estimada Garza Real, que creíste en mí cuando yo quise desaparecer, hoy mi planeta ha dado casi una vuelta completa alrededor del Sol y yo sigo sin encontrarte de nuevo. ¿Dónde estás? ¿Dónde te escondes? ¿Es que ya consideras haber dejado suficiente rastro en nuestras vidas como para volver a ellas?
Estimada Garza Real, quiero darte las gracias por haberme convertido en lo que soy: una niña inmadura a la que aún le queda mucho por aprender, pero que con un pequeño empujón tuyo comenzó a ser consciente de ello y aún en los peores momentos guarda en su interior una pizca de sueños y ganas de superarse a sí misma.
Estimada Garza Real, tu pequeña escritora se despide con las últimas palabras que tú regalaste a su oído junto con un abrazo a sus sentidos y unas cuantas lágrimas a su cuello: hasta la vista, querida; sé que harás grandes cosas.

Bruma de Otoño, tu pequeña escritora,
que desde su hogar salvaje
te sigue guardando
el respeto que te tienes bien ganado.

jueves, 6 de junio de 2013

Pincha aquí y escucha esta preciosa canción que te hará volar lejos...

When the moon on a cloud cast night
Hung above the tree top's height
You sang me of some distant past
That made my heart beat strong and fast
Now I know I'm home at last

You offerd me an eagle's wing
That to the sun I might soar and sing
And if I heard the owl's cry
Into the forest I would fly
And in its darkness find you by.

And so our love's not a simple thing
Nor our truths unwavering
But like the moon's pull on the tide
Our fingers touch, our hearts collide
I'll be a moonsbretah by your side.


Loreena McKennitt, Samain Night.