martes, 1 de julio de 2014

Blowing bubbles.

No me gustan las Mates. Cuando comienzan a complicarse, dentro de mi cabeza brotan galimatías y juegos extraños con los números que tienen que ver con todo menos con las Mates. El nueve se transforma en un orangután sentado. El ocho se tumba pero no para hacer el infinito, sino la croqueta. Al dos le salen orejas y bigotes y se le puede llamar Misifú. Y a mi profesor se lo lleva volando un dragón dorado de ojos verdes que responde al nombre de Jack.
¡Qué divertido es el mundo de las Matemáticas en mi cabeza! Cómo se nota que me gusta perder el tiempo cuando debería estar estudiando. Si viviese dentro de mi propia historia y yo la escribiera, todo sería mucho más sencillo. Ni álgebra, ni aritmética, ni geometría; sólo letras y mundos inventados donde lo más importante es curiosear las paraoias capaces de surgir de las mentes vivas que, como la mía, se evaden de vez en cuando a un mundo feliz distinto al de Aldous Huxley: un mundo feliz de verdad, sin drogas ni procesos químicos, donde no hay exámenes de Mates ni hace falta que a mi profesor se lo lleve un dragón para comérselo.

Bruma, relato surgido mientras estudiaba Funciones y Gráficas.
El papel fue encontrado una noche de verano,
meses después de ser olvidado
en un cajón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario