Hay una sensación rara, sabes, como de estar flotando en una nube de tormenta sin que ésta te afecte a ti, pero sabiendo que se trata de una falacia. Pasas de tener la autoestima tan alta como un rascacielos a observarla impasible mientras se arrastra tras de ti por el suelo. Es muy extraño cuando esto sucede, y más raras aún son las consecuencias que lo desencadenan: es como encontrarte parte de tu regalo de cumpleaños días después, cuando todo el mundo creyó que ya lo habías visto completo y que la euforia ya había pasado. Te sientes extraño, como apenado pero a la vez orgulloso de esas mariposillas que tienes en el estómago.
Pero esa pena rara está ahí. Sabes que no hay motivos para sentirla, y aun así ella se empeña en quedarse contigo.
Un mensaje en un post-it amarillo, cuatro palabras, unas cuantas sílabas y algunas letras más; no parece mucho para emocionarse. Pero ese mensaje, con sus palabras, sus sílabas y sus letras puede hacerte reflexionar en un instante lo que no has pensado en toda una vida. You are my wonderwall. Es increíble la cantidad de conexiones y pensamientos que pueden establecer tus neuronas al recibir esa información. Eres mi maravilla, mi cosa extraña, mi palabra rara que me he inventado sólo para denominarte a ti por todo lo que eres y lo que soy gracias a ti. Eres, al fin y al cabo, de lo que no hay.
A veces siento como si me sumergiera en una piscina de tiburones. Son unos animales curiosos y nadarían a mi alrededor; supongo que, si alguno tuviese hambre, me comería, pero eso no es lo que más me importa del estanque de escualos. Para mí lo más impactante sería la sensación de estar haciendo algo que no suelo hacer, nadar, en un lugar en el que nunca habría pensado que llegaría a estar. Es en esas ocasiones, cuando mentalmente nado con mis amigos los tiburones, que siento una pelota en la garganta empujando para salir en forma de mocos, bilis, gritos, palabrotas o cualquier otra cosa fea e indeseable. Y es gracioso que sea en momentos de total paz a mi alrededor cuando yo me siento casi a punto de estallar, mirando fijamente a un punto de una pared lisa que no se mueve y que tampoco existe. Por eso tengo rabia. Porque miro cosas que no existen y les doy importancia, y porque mientras fuera todo está en calma dentro de mí se desata un huracán.
B.
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