Here to relive your darkest moments
I can see no way, I can see no way
And all of the ghouls come out to play
And every demon wants his pound of flesh
But I like to keep some things to myself
I like to keep my issues strong
It's always darkest before the dawn
And I've been a fool and I've been blind
I can never leave the past behind
I can see no way, I can see no way
I'm always dragging that horse around
And our love is pastured such a mournful sound
Tonight I'm gonna bury that horse in the ground
So I like to keep my issues strong
But it's always darkest before the dawn
Florence + the Machine, Shake It Out
A mí no me se me da bien catalogar mis sentimientos. Es algo que nunca me ha salido como creía que debería salirme, por lo que no hace mucho dejé de intentar estiquetar cada cosa que me pasaba por la cabeza. Simplemente, sentía y pensaba. Y punto. Por eso ahora digo simplemente esto: mi cabeza está hecha un desastre. Es simple y llano; no sé identificarlo con ningún canon adolescente ni con baremos que te indican lo que sientes relacionando tu edad, tu condición social, tu sexo y tonterías similares que, seamos sinceros, no sirven para nada en esto.
Me siento mal y sé lo que me puede, ya no curar, pero sí ayudar. Algo como una anestesia. Y no sé por qué no hago uso de ello. Será que el masoquismo ha llegado en mí a tales extremos que no me importaría morirme de frío con tal de dejar de pensar y relajarme.
Creo que yo sería completamente feliz si en este mismo momento en el que escribo esto me convirtiese en una piedra y comenzase a rodar. Sencillamente rodar. I would like to be a rolling stone. Es curioso que cuando una más fuerte se siente, cuando cree que el mundo es una tarta de queso y mermelada de fresa, cuando bajo la suela de su zapato se esconde todo lo que en un momento le causó problemas, de pronto un giro del destino, un cruce de cables en la cabeza de quien esté ahí arriba -o abajo- hace que todo se desmorone como un castillo de naipes mal hecho. Que todo gire y, aunque no sea para mal, cuesta acostumbrarse a los nuevos acontecimientos. Es difícil acumular nuevas experiencias o sensaciones aún cuando en un momento no muy lejano creíste que las buscabas, pues ahora ya te habías acostumbrado de forma inconsciente a vivir sin ello, a seguir una rutina carente de esto o de lo otro. Tus esquemas estaban formados y remarcados con fluorescente para que no se te olvidasen.
Pero ahora ¿qué haces con ellos? ¿Unos nuevos? Si durante dos años enteros tu vida ha girado en torno a las patatas fritas, ¿cómo pasarse ahora al bando de los donuts de chocolate? ¿Verdad que es complicado?
Por eso yo me encuentro aquí de masoquismo, escuchando música lacrimógena y con un buen libro de fantasía a mi lado que debería coger y al que sin embargo no estoy haciendo mucho caso. Porque sé que eso es lo que me va a quitar el mal, lo que me sumergirá en un mundo diferente cuyos problemas no tienen nada que ver con los míos. Por eso no abro mi libro: porque el ser humano es un ser tan estúpido que no sólo tropieza dos mil quinientas veces con la misma piedra, sino que además le gusta hacerlo. Sabe que le duele y que el dedo gordo del pie se le acabará hinchando, pero el morbo está ahí y es difícil de quitar.
Ahora mismo quiero montar una revolución contra mí misma: quiero que todo mi interior se levante en armas, miles de siluetas invisibles dentro de mí, y me destruyan entera para resurgir de mis cenizas. Quiero dejar de ser persona y fundirme con la bruma otoñal de la selva asiática para volar lejos y que nadie me encuentre. Y mejor: no poder encontrarme yo. Estar en paz conmigo y con el mundo... eso sería lo mejor.
Lo mejor, sí, pero soy humana y soy estúpida. Y esta es la vez número dos mil quinientos uno en que me dispongo a tropezar con la piedra que me llevo encontrando mucho tiempo. Mordida de polvo en tres... dos... uno...
B.
dhagvhdsgfsadfyyrfgdfghasgvdh
ResponderEliminarFin del comentario.
A
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B.