domingo, 26 de enero de 2014

Lo que son los tópicos.

Cuando era pequeña soñaba parecerme a ese montón de princesas que veía cada día en la tele: deseaba tener los labios delicados de la Bella Durmiente (que se pinchó con una aguja por cegata), la piel pálida y suave de Blancanieves (que dedicó media vida a cuidar de siete tíos; ¡que se les iban a caer los huevos por hacerse la cama!), los pies perfectos y delicados de Cenicienta (que hacía de esclava a las tres urracas que tenía por familia política sin decir esta boca es mía), el buen carácter de la Bella que supo ver a través de la piel de la Bestia (¿para qué barajar la posibilidad de que esos dientes y esas uñas fueran para otra cosa que no era cortar el césped?), la entereza de la princesa que besó al sapo (muy seco no estaría, eso seguro, y si lo del príncipe llega a ser mentira hubiera quedado por gilipollas, la pobre), el cuerpo delgado y esbelto de la Sirenita (si es que vivir donde sólo puedes comer algas...), la fe de Rapunzel para esperar al príncipe (en una torre y aburrida como una ostra, que vaya pelazo echó la tía); ¡ay madre, cuántas cosas quería! Se supone que ese era el ejemplo que se nos daba a las niñas en aquel entonces.




Ahora respiro tranquila, porque sé que por muchos cánones que nos intenten meter en la cabeza, la tenemos a ella:

B.

viernes, 24 de enero de 2014

Bruma se pierde, Bruma se esconde;
Bruma busca un lobo en el bosque del Norte.
Bruma se esfuma, Bruma desaparece;
Bruma se marcha con el viento de noviembre.

miércoles, 22 de enero de 2014

Mar invernal.


Cortesía de O. y Á.

"Y cuando pensamos en los viajes, escuchamos no sólo las voces de aquellos que se marchan -para luchar en guerras, escapar de persecuciones, o simplemente en busca de una vida mejor- sino también las voces de aquellos que se quedan atrás"-Loreena McKennitt


Esa hermosa imagen me ha recordado cómo la gran Loreena caracterizó a Penélope, la esposa de Ulises u Odiseo en la obra de Homero, que esperó a su amado durante años, anhelante y siempre fiel. Por eso se me ha ocurrido dedicar hoy un pequeño apartado a la pobre Penélope que, pese a ser el personaje de un libro, apuesto a que en más de un corazón cobró vida alguna vez.
B.

sábado, 18 de enero de 2014

Contra la hipocresía del mundo real.

Entre otras cosas, verás que no eres la primera persona a quien la conducta humana ha confundido, asustado, y hasta asqueado. Te alegrará y te animará saber que no estás solo en ese sentido. Son muchos los hombres que han sufrido moral y espiritualmente del mismo modo que tú. Felizmente, algunos de ellos han dejado constancia de su sufrimiento. Y de ellos aprenderás si lo deseas. Del mismo modo que alguien aprenderá algún día de ti si sabes dejar una huella. Se trata de un hermoso intercambio que no tiene nada que ver con la educación. Es historia. Es poesía.

J. D. Salinger, El guardián entre el centeno

viernes, 17 de enero de 2014

Tonterías nocturnas de un viernes cualquiera.

Quién pudiera hacer como los personajes de aquel curioso libro de Huxley: tomarse una pastilla de soma e irse de vacaciones a un sueño en el que los problemas quedaban reducidos a ronquidos y poco más. Es muy estúpido que esté aquí quejándome -cuando mi vida es lo menos interesante de lo que puedo hablar, creedme- por cosas que no tienen fundamento. Me pongo a escribir cuando no se me ocurre nada que decir, porque cuando exploto de ideas sucede cualquier cosa que me impide ponerlas por escrito. Esto de vivir es muy irónico.
No tengo ningún motivo para estar enfadada con el mundo, y sin embargo llevo siete días de morros. Viviendo así he llegado a la conclusión de que la vida es algo dual, de que las cosas buenas tienen que equilibrarse con las malas: serás muy guapo, pero a lo mejor eres más tonto que las piedras; serás muy bueno resolviendo puzzles, pero puede que luego no sepas hacer una cama o tus modales dejen mucho que desear. Hay mil combinaciones distintas. Esto de vivir es como una pizza americana: le eches lo que le eches, será lo mismo: una burrada que, dependiendo del momento en que la pilles, te la comes con más o menos gusto... y a ver qué hace tu estómago después. En el caso de la pizza, por supuesto.
B.

martes, 14 de enero de 2014

Carta a la Hermandad.

Hoy, antes de ir a clase de Francés, he visto que tenía un hueco en la agenda y me he puesto a echarle un vistazo al archivo de este blog, pues hacía tiempo que no recordaba viejos textos. O hacía textos que no recordaba viejos tiempos, lo mismo da decir una cosa que la otra. Porque todo se debe a que con la nueva inspiración una olvida la vieja, ésa que surgió de otros momentos y de otras personas que decían llamarse igual que yo y que tenían sentimientos completamente distintos. Según las fotos, esa persona era yo.
Lo que venía diciendo es que, mirando antiguos textos, he encontrado ése que enlazo al principio. No lo recordaba -escribo tantas tonterías que sería complicado acordarse de todas y cada una de ellas-, aunque hubiera estado bien acordarme de él no hace mucho. No me habría servido de comodín, cierto es, pero por lo menos me habría podido hacer ver cosas que mi ceguera de lo que en teoría es madurez me impide vislumbrar.
Hasta aquí todo es apto para cualquier público, aunque no se entienda del todo. A partir del siguiente punto este texto se convertirá en una carta más o menos privada -sí, ya sé que está colgada en Internet, que es un sitio accesible a prácticamente todo el planeta; no hace falta que salte ningún listillo ni ninguna marisabidilla a hacérmelo saber- a cierta institución de la que un día formé parte esencial, así que si esto aburre o no interesa lo suficiente al 99% de lectores, hay motivo claro. Yo he avisado.
Lo de institución no es estrictamente correcto, porque no hubo burocracia de por medio. Simplemente, un día tres chicas que iban por la calle decidieron que su único dios iba a ser una piedra y que su religión se basaría en los libros, fueran cuales fuesen, aunque preferiblemente de fantasía. Estas chicas -rubia, morena y castaña- se cansaron de su mundo y se hicieron uno propio, en cierto modo. El número tres daba suerte, al menos hasta hace poco.
Las cosas pueden ser lo efímeras que quieran, pero lo importante siempre tiene que dejar huella. Al menos, eso me parece a mí, aunque no soy yo muy ducha en metafísica ni filosofía vital. "Sólo sé que no sé nada", dijo un tío listo hace mucho tiempo. Yo tampoco sé mucho, pero tengo claras ciertas cosas, como quién me importa y quién no.
Aquí el problema no se sabe bien dónde está. La tigresa se distancia, se aleja sin pausa y si le tiran de la cola para que vuelva lo único que hace es cabrearse y alejarse más. La tigresa persigue a un lobo por el bosque -donde ni siquiera se maneja, para ser sinceros- y eso exaspera a los que están cerca porque parece que la minina se olvida hasta de cazar para comer. La tigresa está tristona, tiene las zarpas sucias y el alma cubierta de ceniza, y es insoportable su comportamiento estúpido.
Ya lo sé. La tigresa sabe todas esas cosas, aunque no lo parezca. El problema es que cuando un ser salvaje se intenta encontrar a sí mismo sin conseguirlo, se ciega a lo que hay alrededor. A veces resulta imposible transformarse en pulpo y hacer tanto. A veces hay que escapar; los cerebros necesitan evadirse porque se sienten cargados o raros, a veces incluso de sobra; cuando un animal no encaja en la manada, o se marcha por su pie o le echan. La tigresa que observa lobos eso lo sabe bien.
Cuando yo me alejo no es por puro gusto. Es porque creo que no se me necesita, que estoy de más o que tengo poco en común con el círculo en el que estaba. Estas cosas son así, una persona no puede permanecer mucho tiempo sin cambiar, porque si fuese así la vida sería tremendamente aburrida.
Todavía no tengo claro el mensaje que quiero transmitir con este texto. Lo único que sé es que tenía ganas de decir lo que nunca había dicho, y que al explotar es mejor vertir tu contenido en un texto con palabras que en unos oídos ajenos con gritos y llanto.
Entiendo que las cosas no estén del todo bien ahora, que sean incómodas, que no os conozca ni me conozcáis. Pero no se me olvida que cierto colibrí y cierta zorra ártica han estado conmigo cuando otros no lo han hecho.
Y tampoco quiero que ellas olviden que, por mucho que viaje y cambie, por muchos lobos que pasen por delante o caminos que se abran ante ella, la tigresa siempre será una tigresa, con sus rayas negras y su pelo naranja, llevando sus libros, sus dragones y su Hermandad en el corazón.

B.


lunes, 13 de enero de 2014

Un detallito curioso.

La publicación de hoy es un enlace a YouTube con una escena de la adaptación cinematográfica de El Señor de los Anillos III: el Retorno del Rey, de J. R. R. Tolkien. Si tienes pensado leer el libro o ver la película no te recomiendo que entres, pues es un spoiler. Quien avisa no traiciona. 
Para ver el main point del vídeo pincha aquí y adelanta hasta el minuto 02:25. Lo que va antes de ese momento es más de lo que sigue: espadas, guerra y muerte; a partir de ese minuto en concreto está lo que yo quería compartir, pero si quieres ver el vídeo entero no hay problema. ¡Es fantasía!
Besos desde la salvaje selva oriental,
B.

P.D: Esto que comparto también sale en el libro, que leí cuando tenía trece años y aún no había abierto el blog, por lo que no pude compartirlo. Ahora mismo el volumen se encuentra en otras manos y se me ocurrió que sería menos pesado ver la escena en un vídeo, ya que siempre estoy escribiendo y no estaba de más hacer un cambio.
En resumen, que la escena de la película es fiable, pues Tolkien así escribió los hechos en su libro. No ha habido modificación por parte de la dirección de la película, al menos en lo fundamental que concierne a nuestra querida Éowyn.

domingo, 12 de enero de 2014

Las olas de lo que habría de ser tempestad comenzaban a agitar el ánimo de Sor Micaela. Una infinita zozobra, una mordiente desazón, turbaba su serenidad, distraía su pensamiento, batía su entereza. Apenas se veía sola, los escrúpulos maceraban su espíritu y el llanto tan reacio en ella acongojaba todo su ser. ¿De qué naturaleza era esta inquietud, nunca sentida? ¿Qué ingredientes -angustia, tristeza, alegría, ternura, celos- componían el amasijo de sentimientos que embebían su atención y daban una nueva luz a su existencia? ¿Habría un nombre que los abarcara a todos? Estos desvelos, este afán ¿no serían lo que en el mundo se llamaba amor?

Torcuato Luca de Tena, La Brújula Loca

sábado, 11 de enero de 2014

Un poema que se colorea por sí solo.

 La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
(La princesa está pálida. La princesa está triste.)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

Rubén Darío, Sonatina


viernes, 10 de enero de 2014

Naturaleza Ibérica.





Este espíritu celta que realmente nació en la selva reconoce que su patria en el mundo real es hermosa.

Imágenes cortesía de Oso y Águila en sus paseos invernales por el mundo salvaje Ibérico.

B.

jueves, 9 de enero de 2014

¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!

(...)
El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente "añadido a la pura necesidad"... ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
(...)
En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música, y la Pintura.
(...)
Consiero a la Arquitectura, como a la Gastronomía, un añadido inútil a una necesidad "primaria". La Danza, en cierto modo, también tiene este lastre, pero se aleja más de la necesidad. Es... ¿cómo explicarme?, una... una... ¡una mímica sublimada! ¡Eso es lo que quería decir! Tal vez la Danza sea anterior al lenguaje y tuviera en sus orígenes una intencionalidad práctica: con carga erótica, reverencial o religiosa. ¡Yo no estaba allí, y no sé qué "intencionalidad" tenía! Pero no hay duda que encerraba "un propósito", encaminado a la consecución de un fin. No sé si me explico, pero la intencionalidad es algo muy superior a la "necesidad primaria". Está ya directamente relacionada con el juicio y la voluntad. "Quiero esto y voy a demostrarlo con gestos y ademanes rítmicos". ¡Y la Humanidad se puso a danzar! ¡De ahí a la Paulova o a Nureyev no había más que un paso! La Pintura pertenece a un género superior. ¡Es más inútil todavía! Tiene un lejanísimo parentesco con la escritura ideográfica, mas una vez añadida su carga de inutilidad, la distancia entre lo necesario y lo que no sirve para nada, se hace tan grande, que la considero entre las primeras de las Artes Mayores.
(...)
Paralela en méritos a la Pintura [Poesía], aunque un tanto más inútil todavía. ¿Qué quiere decir, o para qué sirve decir:
Mi corazón, como una sierpe
se ha desprendido de su piel
y aquí la miro entre mis dedos
llena de heridas y de miel?
(...)
Ni el corazón tiene una piel como la de las serpientes que se la cambian cada temporada como las modas de las mujeres, ni los ofidios ni el corazón acostumbran a impregnarse del zumo de las abejas; ni hay hombre que pueda contemplar víscera tan delicada entre las manos: pues si estuviese vivo moriría en el intento; y si muerto, no podría contemplarla. ¡Y sin embargo este poemilla de García Lorca es arte puro!
Queda, por último, la Música. ¿Qué mayor inutilidad que unir unos ruidos con otros ruidos que no expresan directamente nada y que pueden ser interpretados de mil distintas maneras según el estado de ánimo de quien los escuche? ¿A quién alimenta eso? ¿A quién abriga? ¿A quién cobija? ¡A nadie! La Música es la más inútil, biológicamente hablando, de todas las Artes y, por ello, por su pavorosa y radical inutilidad, es la más grande de todas ellas; la menos irracional, la más intelectual, la más espiritual, la más humana, en tanto que esto signifique superación de los seres inferiores. Porque lo cierto es que hay quien entiende, ¡equivocadamente, claro está!, por "humano"...
(...)
La gente equivoca este término y entiende por "debilidades humanas" lo que en realidad son "debilidades animales". Lo humano, por el contrario, es lo que supera a lo animal: lo que está por encima de lo que hay en nosotrs, de fieras. 

Torcuato Luca de Tena, Los renglones torcidos de Dios

miércoles, 8 de enero de 2014

Quiero regresar a la fantasía pero algo me lo impide. En este mismo momento me gustaría sentarme a escribir y dejar a mis dedos poner por escrito todo lo que bulle en mi cabeza, esa cantidad ingente de rostros, nombres, caminos, mapas, escenarios y canciones que revolotean como pájaros asilvestrados por la jungla de mi mente y se resisten a salir como se les pide: de forma ordenada y con un mínimo de concierto. Me da igual si es a la Tierra Media, a Narnia, a Hogwarts, a Idhún, a la isla de Avalón, a Nunca Jamás o a cualquier otro lugar inventado por alguna mente humana que, como la mía, estaba harta de tanta rutina monótona y corrupta adicta a pegarse a nuestras venas cuando no nos damos cuenta, y a instalarse ahí cómodamente con su sombrilla de pesar y su hamaca de aburrimiento.

B.

martes, 7 de enero de 2014

Fuerza.

"El tigre no teme a la hiena, porque es consciente de su fuerza" -Paulo Coelho, Manual del guerrero de la luz

Ésta es la última de mis siete palabras favoritas de año nuevo, y puede que la más importante ahora que comienza un nuevo trimestre y hay que pisar fuerte en muchas cosas, sobre todo en los estudios. 
Claro está, la fuerza no sólo se necesita para eso. La fuerza es fundamental en la vida, como ya nos enseñan metafóricamente las clases de Educación Física en las que la gran mayoría, hay que confesarlo, nos dedicamos a gandulear y a pasar casi raspando.
No sé qué escribir de la fuerza, porque creo que está todo dicho en el mundo. Aquí o se resiste o se cae, y a nadie le apetece darse de bruces con el suelo, aunque sea muy esporádicamente. Claro que siempre pasa, y no viene mal para sacar -o fingirlo- algún aprendizaje de vez en cuando.
Dicho lo cual me despido por hoy, porque yo también he de estudiar si quiero sacar algo de tiempo para leer en este trimestre lleno de cosas. ¡Quién pudiera tumbarse a la bartola con una pajita en la boca y dormir a pierna suelta durante todo el año! Pero hay que esforzarse para conseguir las cosas, como ya digo de entrada en este espacio de hoy.
Besos brumosos desde la salvaje selva oriental; os deseo que en este año consigáis muchas cosas y que, frente a las pérdidas, las ganancias brillen mucho más.

B.


lunes, 6 de enero de 2014

Palabra.

"Algunas personas nacen con la primera palabra posada en la lengua, aunque puede que pase algún tiempo hasta que la saboreen" -Shannon Hale, La princesa que hablaba con el viento

Las palabras, en mi opinión, son el detonante que cambiará algún día el mundo, si no ha empezado ya a trastocar los muelles de esta vieja caja de música en la que habitamos los humanos. Las palabras son fuertes: pueden esconder multitud de significados distintos, y dependiendo de quién las lance cobrarán un sentido u otro. Se pueden combinar de mil maneras distintas -y así surgieron nuestros queridos amigos los libros-, y cuando una desaparece siempre surgen dos nuevas.
Las palabras pueden sustituir a la fuerza bruta que ha llenado el mundo de cadáveres y residuos inorgánicos cancerígenos, pueden unir o separar destinos de personas, pueden expresar lo que nunca antes se dijo; pueden, incluso, matar o dar vida.
Porque las palabras son la verdadera magia del mundo.

B.


domingo, 5 de enero de 2014

Misterio.

"A painting hangs on an ivy wall
Nestled in the emerald moss
The eyes declare a truce of trust
And then it draws me far away
Where deep in the desert twilight
Sand melts in pools of the sky
When darkness lays her crimson cloak
Your lamps will call me home"
-Loreena McKennitt, The Mystic's Dream

Si mi anterior palabra fue celta, hoy no podría ser otra que misterio. Es más, creo que una conlleva la otra. 
Me gusta el misterio. No el misterio de las novelas policíacas suecas, sino ese que envuelve la Historia de la Humanidad y convierte en leyenda lo que no debería serlo. Ahí el misterio es creado por millones de voces agudas y graves, altas y bajas, femeninas y masculinas, en todos los idiomas; voces que tienen algo que contar y cuya vida fue un misterio para todo aquel
que no la vivió. No importa si el dueño o dueña de esa voz misteriosa fue una persona buena o mala, si murió siendo joven o sin embargo fue longevo, si era un ser solitario o si, por el contrario, vivía rodeado de seres que le amaban. Todas las voces son misterio porque cuentan cosas que nadie antes se había podido plantear.

B.


sábado, 4 de enero de 2014

Celta.

"Pues como bien saben los druidas, son las creencias de la Humanidad las que configuran el mundo y la realidad" -Marion Zimmer Bradley, Las nieblas de Avalón

Quizás no debería ponerme a escribir esta entrada en un momento de sensiblería tal que lo único que me apetece es meterme debajo de una piedra y llorar como una posesa, pero es lo que toca y se supone que mis lectores, sean quienes sean, esperan su texto con su frasecita, su canción y su imagen. Y yo se lo doy, por muy fuerte que sea la tempestad dentro de mí.
Lo cierto es que la palabra celta no se refiere directamente a esta séptima parte de mi yo interior que pongo hoy por escrito, pero sí es la que mejor lo representa por sus giros léxicos.
Cuando digo celta no sólo me refiero a una tribu que se expandió por el viejo continente y que dejó como legado cuatro piedras y unas cuantas leyendas más; cuando mi boca paladea esa palabra mi mente viaja lejos, allá donde las culturas y los tiempos se cruzan y donde no existe otra cosa que el espíritu de la Humanidad, que en este caso ha tomado forma de gentes pelirrojas de pieles claras que se asentaron en una tierra verde hoy conocida como Irlanda.
Supongo que se nota descaradamente que estoy hablando de una cosa que no sé, puesto que ni soy historiadora ni he leído lo suficiente como para afirmar con certeza lo que hizo o dejó de hacer esa gente, cuáles eran sus costumbres y qué legado han dejado a la Humanidad. Pero me considero con el suficiente derecho a llevar un triskel colgado al cuello y a autodenominarme, dicho de forma cursi, espíritu celta porque vivo enamorada de esas tierras, de sus bosques, de sus lenguas y de todo lo que puedan transmitir, ya sea en forma de leyenda, canción o talla de piedra.
Si hoy supiese que voy a morir mañana sólo pediría que mis cenizas se esparciesen en uno de esos hermosos bosques verdes preñados de misterio y leyenda donde lo que parece cierto no lo es y lo que a simple vista es imposible demuestra finalmente ser lo contrario.
Palabras en boca de un ser de la selva que un maldito día se enamoró del bosque.

B.


viernes, 3 de enero de 2014

Independencia.

"Ir contra la corriente requiere mucha valentía" -Attack On Titan

Desde luego que sí, porque no hay nada como encajar en la masa y, aún mejor, ser aclamado por ella. Para ir en contra de las fuertes corrientes que hoy dominan el mundo hay que tener un tesón inquebrantable y hacer de la independencia una bandera, aunque haya que remendarla quinientas veces.
Pero más difícil aún es ser independiente de los seres de los que tu subconsciente quiere depender. Yo he intentado de mil maneras crear una barrera entre el mundo y mi
forma de ser, pero siempre estoy sujeta a cambios por influencias ajenas y demás cosas que considero porquerías en mi vida diaria, porque me tuercen los esquemas y me quiebran el equilibrio que tanto me había costado conseguir.
Pero poco a poco hay que asimilar que así no se puede vivir. Todos necesitamos de todos; si no fuese así, esta Humanidad corrupta no habría perdurado tanto. A todo el mundo le gusta sentirse único, pero es precisamente porque todos lo somos que no podemos dar la espalda al mundo y comernos nuestro propio guiso todos los días.
Una vez asimilada toda esta filosofía barata, queda una cuestión que ya rocé ayer un poco hablando de lobos: ¿cómo salir del pozo en el que saltaste con el convencimiento de que si una sola persona en el mundo no cree en ti, tú tampoco lo harás? El problema de ese sentimiento de dependencia es que te creas tu propia utopía y te niegas a creer en ninguna otra clase de futuro, por lo que tienes cierta independencia, sí, pero independencia para ser gilipollas.
Aunque sea un pozo al que te tires ciegamente una y otra vez.
Yo confieso que me tiro.

B.


jueves, 2 de enero de 2014

Lobos.

"Your world was not mine, your eyes told me so" -Loreena McKennitt, The Old Ways

Hay un lobo que corre salvaje entre las nieblas del bosque boreal. Es un lobo orgulloso, que sabe bien quién forma parte de su manada y quién no, y que protege a los suyos dando su vida si es necesario. Este lobo, aunque cariñoso y comprensivo, a veces se me antoja a kilómetros luz de donde yo estoy, supongo que por el simple motivo de que soy una tigresa, y el lugar de las tigresas es la selva del Este, por muy enamorada que esté una del bosque y sus criaturas salvajes.
Lo que más me llama la atención del bosque es la cantidad de leyendas, misterios y cuentos que se pueden sacar a raíz de él. En la jungla, claramente, también nos marcamos otro tanto, pero hay una diferencia sutil y casi inapreciable entre esos dos infiernos verdes: el frío. Esa nieve que corre por las venas de zorros, alces, lobos y osos y les hace inmunes a los encantos de las hermosas ninfas de los lagos que allí hay por docenas, mientras que el viajero que llegue desprevenido a esta tierra de nadie estará perdido para siempre.
Es a este lugar misterioso donde la niña Caperucita se volvió salvaje un día a donde se nos prohíbe la entrada a los seres del Este. Hemos de limitarnos a observar a través de los arbustos circundantes los juegos macabros de este bosque vivo para con sus criaturas, y decidir por nosotros mismos cuál de ellas juega mejor, cuál se salvará y cuál perecerá.
Y este lobo al que yo llevo tanto tiempo observando sabe del bosque como si hubiese nacido con un corazón hecho de árboles.

B.

"Howling ghosts they reappear
In mountains that are stacked with fear
But you're a king and I'm a lionheart
And in the sea that's painted black
Creatures lurk below the deck
But you're a king and I'm a lionheart
And as the world comes to an end
I'll be here to hold your hand
Because you're my king and I'm your lionheart
A lionheart"
-Of Monsters And Men, King and Lionheart


miércoles, 1 de enero de 2014

Libertad.

"No quiero que mi vida termine: quiero mi libertad" -Brave (Indomable)

Escuchar al corazón y seguirlo. Una consigna tan repetida que ya parece hasta inútil. ¿Quién ha logrado alguna vez que su corazón le diga "haz esto" o "haz aquello" y ha salvado con ello su culo o lo que fuese que tuviera en peligro? Creo que nadie, porque nos han enseñado desde pequeños a usar la cabeza, a centrarnos en el deber, a mantener una mente fría mientras aunque no queramos reconocerlo explotamos de sentimientos multicolores allá por el estómago y un poco más arriba.
¡Estupideces! Este año, antes de que nos volvamos a tomar doce uvas seguidas -esas que casi nunca terminamos y que nos dejan la boca como la de un hámster a punto de hibernar- deberíamos formar una revolución contra nuestro propio yo anterior y volar, volar lejos como un colibrí hasta tocar el cielo, sin temer lo que se pueda sentir o lo que nos puedan decir. Porque la libertad es eso, tocar los límites de nuestro propio cielo y rebasarlos, sin miedo del universo que pueda haber más allá.
 B.