domingo, 12 de enero de 2014

Las olas de lo que habría de ser tempestad comenzaban a agitar el ánimo de Sor Micaela. Una infinita zozobra, una mordiente desazón, turbaba su serenidad, distraía su pensamiento, batía su entereza. Apenas se veía sola, los escrúpulos maceraban su espíritu y el llanto tan reacio en ella acongojaba todo su ser. ¿De qué naturaleza era esta inquietud, nunca sentida? ¿Qué ingredientes -angustia, tristeza, alegría, ternura, celos- componían el amasijo de sentimientos que embebían su atención y daban una nueva luz a su existencia? ¿Habría un nombre que los abarcara a todos? Estos desvelos, este afán ¿no serían lo que en el mundo se llamaba amor?

Torcuato Luca de Tena, La Brújula Loca

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