Quién pudiera hacer como los personajes de aquel curioso libro de Huxley: tomarse una pastilla de soma e irse de vacaciones a un sueño en el que los problemas quedaban reducidos a ronquidos y poco más. Es muy estúpido que esté aquí quejándome -cuando mi vida es lo menos interesante de lo que puedo hablar, creedme- por cosas que no tienen fundamento. Me pongo a escribir cuando no se me ocurre nada que decir, porque cuando exploto de ideas sucede cualquier cosa que me impide ponerlas por escrito. Esto de vivir es muy irónico.
No tengo ningún motivo para estar enfadada con el mundo, y sin embargo llevo siete días de morros. Viviendo así he llegado a la conclusión de que la vida es algo dual, de que las cosas buenas tienen que equilibrarse con las malas: serás muy guapo, pero a lo mejor eres más tonto que las piedras; serás muy bueno resolviendo puzzles, pero puede que luego no sepas hacer una cama o tus modales dejen mucho que desear. Hay mil combinaciones distintas. Esto de vivir es como una pizza americana: le eches lo que le eches, será lo mismo: una burrada que, dependiendo del momento en que la pilles, te la comes con más o menos gusto... y a ver qué hace tu estómago después. En el caso de la pizza, por supuesto.
B.
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