"Pues como bien saben los druidas, son las creencias de la Humanidad las que configuran el mundo y la realidad" -Marion Zimmer Bradley, Las nieblas de Avalón
Quizás
no debería ponerme a escribir esta entrada en un momento de sensiblería
tal que lo único que me apetece es meterme debajo de una piedra y
llorar como una posesa, pero es lo que toca y se supone que mis
lectores, sean quienes sean, esperan su texto con su frasecita, su
canción y su imagen. Y yo se lo doy, por muy fuerte que sea la tempestad
dentro de mí.
Lo cierto es que la palabra celta
no se refiere directamente a esta séptima parte de mi yo interior que
pongo hoy por escrito, pero sí es la que mejor lo representa por sus
giros léxicos.
Cuando digo celta
no sólo me refiero a una tribu que se expandió por el viejo continente y
que dejó como legado cuatro piedras y unas cuantas leyendas más; cuando
mi boca paladea esa palabra mi mente viaja lejos, allá donde las
culturas y los tiempos se cruzan y donde no existe otra cosa que el
espíritu de la Humanidad, que en este caso ha tomado forma de gentes
pelirrojas de pieles claras que se asentaron en una tierra verde hoy
conocida como Irlanda.
Supongo
que se nota descaradamente que estoy hablando de una cosa que no sé,
puesto que ni soy historiadora ni he leído lo suficiente como para
afirmar con certeza lo que hizo o dejó de hacer esa gente, cuáles eran
sus costumbres y qué legado han dejado a la Humanidad. Pero me considero
con el suficiente derecho a llevar un triskel colgado al cuello y a
autodenominarme, dicho de forma cursi, espíritu celta
porque vivo enamorada de esas tierras, de sus bosques, de sus lenguas y
de todo lo que puedan transmitir, ya sea en forma de leyenda, canción o
talla de piedra.
Si hoy
supiese que voy a morir mañana sólo pediría que mis cenizas se
esparciesen en uno de esos hermosos bosques verdes preñados de misterio y
leyenda donde lo que parece cierto no lo es y lo que a simple vista es
imposible demuestra finalmente ser lo contrario.
Palabras en boca de un ser de la selva que un maldito día se enamoró del bosque.
B.
Simplemente maravilloso.
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