viernes, 11 de abril de 2014

Cruel desengaño.

-Llora todo el tiempo -Javiera miró a Francisca con aire triste-. Sin embargo, no es su culpa. ¿Cómo se puede echar a una persona de un país porque está hecha de una manera o de otra? No hay derecho.
-Los gobiernos tienen los derechos que toman.
-No lo comprendo -dijo Javiera en tono de crítica-. ¿No hay acaso ningún país donde uno pueda hacer lo que le da la gana?
-Ninguno.
-Entonces habría que irse a una isla desierta. 
-Hasta las islas desiertas pertenecen ahora a alguien. No hay salida.

Simone de Beauvoir, La invitada

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