El padre de Matilda tenía una espléndida cabellera negra, que peinaba con raya en medio, y de la que se sentía extremadamente orgulloso.
-Un buen pelo -le encantaba decir- significa que hay un buen cerebro debajo.
-Como Shakespeare -comentó una vez Matilda.
-¿Como quién?
-Como Shakespeare, papi.
-Mucho, papi.
-Tendría un montón de pelo, ¿no?
-Era calvo, papi.
A lo cual, el padre respondió con brusquedad:
-Si no sabes decir cosas sensatas, cierra el pico.
Roald Dahl, Matilda
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