miércoles, 9 de abril de 2014

Larga vida a los ceporros integrales.

El padre de Matilda tenía una espléndida cabellera negra, que peinaba con raya en medio, y de la que se sentía extremadamente orgulloso.
-Un buen pelo -le encantaba decir- significa que hay un buen cerebro debajo.
-Como Shakespeare -comentó una vez Matilda.
-¿Como quién?
-Como Shakespeare, papi. 
-¿Era inteligente?
-Mucho, papi. 
-Tendría un montón de pelo, ¿no?
-Era calvo, papi. 
A lo cual, el padre respondió con brusquedad:
-Si no sabes decir cosas sensatas, cierra el pico.

Roald Dahl, Matilda

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