martes, 25 de septiembre de 2012

El pequeño retazo de conciencia que constituía Lee Scoresby flotó hacia arriba, elevándose sobre el bosquecillo, dejando atrás a los atónitos espantos, sobre el valle, sobre la imponente forma de su viejo compañero el oso acorazado, al igual que había hecho en tantas ocasiones su espectacular globo. Indiferente a las bengalas y a los cañonazos, sordo a las explosiones, las exclamaciones y los gritos de ira, amenaza y dolor, consciente sólo de su movimiento ascendente, lo último que quedaba de Lee Scoresby atravesó las espesas nubes y salió al encuentro de las rutilantes estrellas, donde le esperaban los átomos de Hester, su amada daimonion hembra.



La Materia Oscura III: el Catalejo Lacado, Philip Pullman.

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