miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lyra apoyó las manos en el lustroso pelo de su daimonion. En ese momento oyó cantar a un ruiseñor en un rincón del jardín y notó que la brisa agitaba su pelo y las hojas de los árboles. Todas las campanas de la ciudad tañían simultáneamente: una más abajo, otra junto a ellos, otra más alejada, una agrietada y arisca, otra grave y sonora, pero todas, con sus distintas voces, se habían puesto de acuerdo en la hora que era, aunque algunas la señalaran con más parsimonia. En aquel otro Oxford donde Will y ella se habían besado en el momento de despedirse también tañían las campanas, cantaba un ruiseñor y la brisa agitaba las hojas del Jardín Botánico.
-¿Y luego qué? -preguntó su daimonion con voz somnolienta-. ¿Qué es lo que debemos construir?
-La república del cielo -respondió Lyra.



La Materia Oscura III: el Catalejo Lacado, Philip Pullman.

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