Lyra pasó a través de la abertura, pero Will se detuvo unos instantes para mirar al fantasma de su padre a los ojos, que relucían en la sombra. Tenía que decirle algo antes de separarse de él.
-Dijiste que yo era un guerrero -le dijo-. Me dijiste que ésa era mi naturaleza, y que debía aceptarlo. Estabas equivocado, padre. Peleé porque no tuve más remedio. No puedo elegir mi naturaleza, pero puedo elegir lo que quiero hacer. Y a partir de ahora lo haré, porque soy libre.
La sonrisa de su padre rebosaba orgullo y ternura.
-Te felicito, hijo mío.
La Materia Oscura III: el Catalejo Lacado, Philip Pullman.
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