Los periódicos abren sus bocas y vomitan la tragedia, la arrojan a la cara de una muchedumbre a la que le ha salido joroba de tanto encogerse de hombros. Josué de Castro nos dice que "sólo un quince por ciento de lo que se gasta en armamento en el mundo bastaría para financiar las inversiones que necesita el Tercer Mundo para librarse del círculo de hierro del hambre"; frase cierta, pero desoída, porque el ser humano es lobo para el ser humano y goza fabricando cañones para el exterminio, trampas para abatir a la paloma de la paz. El hambre no parece ser enemigo de consideración, y sin embargo, si no nace una conciencia colectiva para poner remedio a tiempo a tanta injusticia legalizada, será el hambre quien tome por asalto los predios donde viven los millonarios. Serán los hambrientos quienes, sabedores de que
La Pampa mata de abajo
el sol mata de arriba
y entre sol, pampa y salitre
se gana el pobre la vida
demuelan los cimientos de una sociedad donde todo tiene que ser respaldado por el papel moneda.
Cartas a una sociedad marginada, Manuel Aníbal Álvarez.
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