miércoles, 17 de octubre de 2012

Cruzó los brazos en el pecho y le volvió a Atreyu la espalda. La multitud que había alrededor contuvo el aliento. Atreyu se quedó un rato muy erguido y en silencio. Hasta entonces, Bastián no lo había reprendido nunca delante de otros. Sentía la garganta tan apretada que sólo con esfuerzo podía respirar. Esperó un momento, pero como Bastián no se volvió de nuevo hacia él, Atreyu dio la vuelta lentamente y se fue. Fújur lo siguió.
Xayide sonreía. No era una sonrisa agradable. 
En Bastián, sin embargo, se extinguió en aquel momento el recuerdo de que, en su mundo, había sido un niño.

La Historia Interminable, Michael Ende.

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