martes, 31 de diciembre de 2013

El número de la magia.

Hoy quisiera darle al nuevo año que viene llegando un tinte especial, porque los comienzos son algo curioso y sólo suceden una vez. He escogido mi número favorito, el siete, para dar la bienvenida a este 2014 que me da la impresión de retrasarse -pero no le voy a meter prisa- de una forma original y que nunca antes me había planteado. 
He elegido mi número favorito de palabras favoritas para comenzar este nuevo año (casualmente siete es la mitad de catorce, y empezamos un 2014, lo que sólo puede ser una buena señal). Así, esas palabras y todo su significado me acompañarán un poco tanto en mis caídas como en mis triunfos, y no podré decir que el comienzo de estos trescientos sesenta y cinco días no haya sido original. Porque los comienzos siempre deberían ser originales, y eso de las doce uvas me parecía ya demasiado trillado. Aunque a lo mejor me da por comerme siete esta noche.
Así que a partir de mañana, durante los siete primeros días del año, publicaré una entrada diaria con cada una de esas siete palabras y algún complemento que las endulce un poco. Ahora dejo por aquí una canción muy bonita cuya letra y melodía son tradicionales, pero que ha sido adaptada por una mujer cuya música yo respeto muchísimo y sin la que no podría pasar fácilmente. 
Esta canción me gusta especialmente porque habla de cómo una mujer tan buena, con un alma tan bella como lo era María, madre de Jesús, se siente bendecida ella misma con cada triunfo de su hijo en el mundo. Fuera de las creencias de cada uno -yo misma soy atea y estoy enamorada de estas canciones tradicionales, por muy religiosas que sean-, creo que hay que saber reconocer la belleza cuando se ve y aquí no se hace tanta alusión a la religión como a los sentimientos de una madre con respecto a su hijo, quien fue sinónimo de esperanza para muchas almas a lo largo de la Historia.
Y esta madre buena, como yo, tiene siete cosas especiales que le llenan el corazón, aunque he de decir que las mías son mucho más egoístas que las de la santa María.
Pero el siete sigue siendo el número de la magia.


Feliz Año Nuevo a todos los lectores y lectoras, y que mientras giren el Sol y la Luna sigamos corriendo salvajes por entre las brumas de la selva.

B.

domingo, 29 de diciembre de 2013

-Has salido de la cárcel hace unas horas y estás sin un ardite en la bolsa -dijo-. Antes de dos días habrás aceptado cualquier trabajo de medio pelo, como escoltar a algún lindo pisaverde para que el hermano de su amada no lo mate en una esquina, o asumirás el encargo de acuchillarle a alguien las orejas por cuenta de un acreedor. O te pondrás a rondar las mancebías y los garitos, para ver qué puedes sacar de los forasteros y de los curas que acuden a jugarse el cepillo de San Eufrasio... De aquí a poco te meterás en un lío: una mala estocada, una riña, una denuncia. Y vuelta a empezar -bebió un corto sorbo de la jarra, entornados los ojos, sin apartarlos del capitán-. ¿Crees que eso es vida?
Diego Alatriste encogió los hombros.
-¿Se te ocurre algo mejor?

Arturo y Carlota Pérez-Reverte, El capitán Alatriste

lunes, 23 de diciembre de 2013

Larga vida a los seres solitarios.

Yo creo que nuestro problema es que somos como burbujas de distintos gases tóxicos en un mismo cubo de aire: chocamos unos con otros y, dependiendo de la combinación, explotamos de una forma o de otra. Pero explotamos al fin y al cabo. Algunos arrastramos problemas de nuestras propias casas mientras que otros vienen aquí a crearlos porque no saben qué hacer; cada uno tendrá sus propios motivos para quejarse, pero al fin y al cabo suspirar y refunfuñar es algo que nos gusta hacer a todos. Buscamos pretextos y nos lamentamos de mil formas distintas, y quien esté a nuestro alrededor saldrá perjudicado.
¡Pues que se aguanten! Eso es lo que pensamos. Si yo aguanto a los demás, que los demás me aguanten a mí. Pero a veces es complicado que tantas maneras de ser, tantas formas de mirar el mundo, tantas cabezas tan diferentes, tantos cuerpos hormonados, tantos ADNs lidien en perfecta armonía unos con otros. Siempre va a haber algo que falle, por mucho que nos joda que las cosas no salgan redondas. Siempre, aunque la gran mayoría esté de buenas, habrá alguien que se aparte, que se queje, que explote, que desaparezca de golpe o que, simplemente, no venga cuando le llamen. Y los demás se preguntarán por qué. Algunos le cuestionarán, otros le juzgarán; habrá, incluso, algunos más atrevidos que le seguirán o que romperán la armonía imperfecta dejando escapar esa rabia que no pueden arrancarse de otro modo.
Y al final, aunque no nos demos cuenta, todos salimos perjudicados. Y todos somos los culpables.
B.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Hace un par de años mi abuelo murió por las secuelas de una trombosis. Yo tenía trece años y recuerdo poco de aquella época, aunque los retazos que quedan en mi mente brillan como si los hubiesen marcado con fluorescente. Me acuerdo de que estaba perdida y me sentía sola, aunque no tenía motivos. Mi mejor amiga Bruma aún no daba los problemas que no tardarían en llegar dada su condición de perra podenco medio esquizofrénica y mal educada. Mi padre todavía no nos había dado muchos motivos para exiliarlo a su precioso apartamento. Las notas me iban bien. Alimentaba mis sueños con ganas cada día. Tenía muchos amigos y mis profesores eran inmejorables, por no hablar de mi familia. Y, de hecho, nunca me había llevado tan bien con mi abuelo como para sufrir un trauma por su muerte: siempre había sido esa figura nebulosa que va y viene cuando quiere y a la que no se puede retener en casa más de lo que a ella le apetezca estar. Ni mi abuela podía después de más de cincuenta años de matrimonio, aunque nunca había podido. Nunca fue una persona cariñosa, aunque esto parecía cambiar en sus versos, pues aficionaba a trovar cuando la musa que fuese lo iluminaba y tenía a mano cualquier tipo de papel en el que pudiera plasmar sus pensamientos tras meditarlos un ratito.
El caso es que en diciembre del año 2011 nos dejó para irse a un lugar mejor, como se suele decir. Yo leía en ese momento unos libros que cambiarían mi entrante adolescencia e iba de acá para allá como una autómata buscando algo que diese a mi vida un poco de sal, el sentido del que a mí me parecía que carecía.
Y lo logré, aunque tardé un par de meses y no fue como me habría gustado. Pero ya no hay marcha atrás, una tiene que aguantarse y abrirse camino como pueda entre los pinchos del rosal de su vida.
Ahora, dos años después, vuelve esa sensación de inseguridad, de vacío. Llevo mucho tiempo nadando en una piscina de lodo en la que yo misma me sumergí, y no sé salir de ella. Algunas noches ese lodo se vuelve agua marina que me refresca y me hace sentir mejor que nunca, pero en general siempre acaba volviendo a ser lodo al poco tiempo. No tengo fuerzas para volver a alimentar esos sueños, pues me parecen delirios de grandeza propios de una niña de trece años con demasiadas ganas de comerse el mundo y con muy poco seso para vivir en él. Me encuentro en un punto muerto del que algo, no sé qué, me impide salir. Si pudiera ser una serpiente me quitaría esta piel vieja y rugosa para fabricarme un nuevo yo.
Pero, por desgracia, no soy una serpiente. Y sigo nadando en mi piscina de lodo. 
Esta canción me llegó al corazón en aquella mala época hace dos años. La escuché cuando todas las inseguridades ante el mundo se concentraban en mi cabeza, cuando la soledad llamaba a mi puerta y quería entrar en mi vida por la fuerza. Era más pequeña, sí, pero no tonta. Supongo que estaba creciendo, y esa independencia que había caracterizado siempre a mi abuelo se reencarnó en mí. Pero al parecer hubo algún fallo, porque hay algo que no me deja salir del todo de mí misma.
Siempre digo lo mismo y creo que nadie me va a entender, porque ni yo sé explicarme. ¿Por qué es todo tan complicado? ¿No podría ser tan firme que no me derribaran ni los tiros a quemarropa? Es muy frustrante este querer y no poder que vuelve a mí tras dos años sedado por otras emociones más fuertes, aunque en aquel momento que lo sentí por primera vez no lo comprendía del todo. Me limité a dejar pasar el tiempo y a concentrarme en determinadas cosas que alejaban de mí ese malestar.
Pero un día desgraciado, ¡sí, desgraciado, aunque me duela en el alma decirlo!, una conjunción de los astros o lo que fuera hizo que mi suerte se pusiera zapatillas deportivas y me chutara un balonazo bien fuerte en toda la cara.
Nunca se me va a ocurrir pedirle a nadie algo que no me puede dar. Pero ¿por qué no me doy yo a mí misma un gusto y dejo que algo, cualquier cosa, me empuje hacia lo desconocido sólo por el placer de moverme tras dos años quieta en un mismo lugar?
B.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Un ser salvaje que finge ser independiente.




And I will not tell
The thoughts of hell
That carried me home
From the Holland Road
With my heart like a stone I put up no fight
To your callous mind and from your corner you rose
To cut me down
You cut me down

[...]

And I'll still believe though ther's cracks you'll see
When I'm on my knees I'll still believe
And when I've hit the ground
Neither lost nor found
If you'll believe in me I'll still believe

Mumford & Sons, Holland Road

sábado, 7 de diciembre de 2013

Hay dos formas de ponerse a leer, como de ponerse a hacer cualquier cosa en la vida: una serena y otra impaciente. Cuando nuestros humores se mantienen en un equilibrio más o menos estable, entramos en el libro dispuestos a que nos cuente lo que buenamente quiera, no le forzamos a que él entre en nosotros y acierte con el resquicio exacto por donde puede inyectarnos consuelo. Simplemente le escuchamos.
En estas ocasiones, la cosecha de la lectura, cuando vale la pena llamarla así, no está alterada por ninguna granizada intempestiva y somos capaces de recoger el fruto y de guardarlo en nuestros graneros con vistas a aprovecharlo algún día.
Es la postura correcta frente a los libros, como frente a las personas: no acudir a ellos con exigencias preconcebidas, abandonarse a lo poco o a lo mucho que nos dan. Únicamente así cabe el entendimiento y la comprensión de lo que son y nos dicen.

Carmen Martín Gaite

viernes, 6 de diciembre de 2013

Hoy me he dormido escuchando la respiración de un lobo nórdico. Me acurruqué junto a su costado, cerré los ojos y traté de acompasar su respiración a la mía, aunque creo que no pude. Él es demasiado tranquilo, siempre lo ha sido, como para que yo pueda detener mi nerviosismo y mi rapidez y acomodarlas a su percepción de la vida. Me fue imposible desesperar por ese desnivel, porque en algún momento, en un instante curioso, empecé a prestar más atención a esa respiración que a la mía.
Notaba esos pulmones hincharse y ese diafragma contraerse contra mi costado. Era fascinante, único. Algo ordinario visto desde ojos externos, pero el País de las Maravillas construido rápidamente en mi interior. Sería la persona más feliz del mundo si cada día despertase y me durmiese así, sintiendo la misma respiración tranquila, los mismos pulmones, el mismo olor familiar, y supiese que están allí porque quieren, porque también quieren sentir mi respiración nerviosa, mis pulmones algo más pequeños y mi olor, extraño y familiar.

B.
Yo tiendo a creer que me supero a mí misma cada día en todo lo que hago. Voy por la vida con la noción de que si me concentro en una cosa mi mente pierde de vista todas las otras, siempre desviando la mirada de los espejos que me muestran tal como soy. Todo eso hasta que ciertos detalles me meten de lleno en la realidad con un guantazo sentimental del tipo que sea.
Hoy me he dado cuenta de que no voy a poder pasarme el resto de mi vida en un punto muerto, sin saber si seguir a mi paso de caracol una senda o volar como un dragón por la otra. Desconozco ambas. La del caracol es más segura pero la del dragón promete más.
¿Qué hace entonces la tigresa solitaria? ¿Se queda con la presa pequeña, que la deja insatisfecha pero es alimento seguro? ¿O se arriesga a enfrentarse con el enorme animal misterioso al que aún no ha visto pero cuya presencia nota en sus dominios de la selva?

B.

martes, 3 de diciembre de 2013

El colmo del excentricismo.

La duquesa movió la cabeza.
-Creo en la raza -exclamó.
-La raza representa el triunfo de los arribistas.
-Eso significa progreso.
-La decadencia me fascina más.
-¿Y dónde dejas el arte? -preguntó ella.
-Es una enfermedad.
-¿El amor?
-Una ilusión.
-¿La religión?
-El sucedáneo elegante de la fe.
-Eres un escéptico.
-¡Jamás! El escepticismo es el comienzo de la fe.
-¿Qué eres entonces?
-Definir es limitar.
-Dame una pista.
-Los hilos se rompen. Te perderías en el laberinto.

Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray

domingo, 1 de diciembre de 2013

Entierra a los demonios que bailan junto a ti.


Hay momentos en los que una se siente como una hoja de papel escrita con sangre y pisoteada en mitad de un camino embarrado. Es en esos instantes de inconsciencia cuando lo único que se quiere hacer es gritar, pero la voz no sale de ningún sitio. Las garras que se quieren clavar en la ropa de alguien próximo se niegan a salir de las almohadillas de felino, tan inocentes, tan superficiales, tan falsas. Las lágrimas están demasiado cansadas para derramarse, han estado acumuladas mucho tiempo y se han acomodado a el interior humano que, pese a las turbulencias, es el mejor lugar donde se podrían quedar.
Cuando una espina se mantiene clavada en nuestra piel se infecta. Nada más y nada menos. Es tan simple como que hay que arrancarse la mierda que a veces uno mismo se echa encima. Y es cierto que a veces cuesta, sobre todo cuando los problemas están en el aire, la mala suerte nos sale por los poros y hay veinte dedos acusadores apuntando a nuestras narices y agitándose, como queriendo restregarnos que encima de ser desafortunados tenemos que poner buena cara porque, si no... tras tras en el culete. Como a los críos de cinco años.
Y el mundo gira tan rápido que ni tú te das cuenta. No puedes acostumbrarte a su velocidad, pero sabes que es eso o morirte de desesperación quieta en un mismo lugar. Ahora crees que ya no bailas con esos demonios que te daban tanto por saco, y cuando crees que alcanzas tu equilibrio, que por fin vas a salir tú sola del agujero negro en el que te has caído por imbécil...

... alguien llega y te pisotea los sueños mientras te pega un tiro a quemarropa por la espalda. Y vuelves a caer.

B.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Morgana de las Hadas.


Ay, Morgana... mi pobre Morgana... Nacida del terror de una madre primeriza y un rudo esposo que podría ser su abuelo, creciste a la sombra de la belleza y el misterio de tu familia materna. Había días en los que nadie se acordaba de la pequeña Morgana, y otros en los que se la miraba sólo para recordarle que era fea y menuda, como el pueblo de las hadas cuya sangre corría por sus venas.
Morgana creció siempre a la sombra: a la sombra de Morgause, a la sombra de Uther, a la sombra de Arturo... hasta que un día encontró, por fin, las brumas que la conducirían a Avalón.
Ay, querida Morgana... creo que te comprendo mejor de lo que imaginas. Te hiciste mujer aprendiendo a amar la niebla que mantenía tu vida alejada de un mundo exterior en el que reinaban el caos, el desorden y la destrucción. Se hizo con tu femineidad lo que los dioses dispusieron sin preguntarte y tú y sólo tú debiste pagar las consecuencias.
Sufres por unos y por otros, sufres por ti; ¡sufres por nada! Ves al moreno caballero en pos de la rubia dama y el único remedio para tu mal es una risa amarga que sólo droga el dolor: no lo mata.
Morgana, Morgana... si todo hubiera sido diferente... Dicen que te acuestas con demonios, te miran mal mientras te llaman pagana, bruja y hechicera; te sientes débil y cansada, pues el mundo te mina cada día un poco más...
Y allí está ella tan alta, tan felina; tus patas de cierva no pueden hacer nada contra la gran reina que quiere verte muerta y enterrada en el suelo sagrado de su Dios de castigo.
Sé que amas muchas cosas, Morgana: amas la música, amas el bosque, amas las brumas, amas la magia. Y es maravilloso ver cómo todo eso te ha sostenido mientras la muerte, la cruz y los negros curas te intentaban aniquilar por todos los medios.
Te escribo estas palabras, Morgana de las Hadas, porque puede que a ese libro tan especial lleguen los ecos de lo que sentí pasando sus páginas, o puede que mi mensaje se pierda entre las nieblas...

...entre las nieblas de Avalón.

B.

Ahora yo soy la reina. No hay más Diosa que ésta, y soy yo.
Sin embargo, más allá de esto existe ella, como está en Igraine, Viviana, Morgause, Nimue y la reina. Y ellas vivirán también en mí, como ella...
Y dentro de Avalón viven por siempre.

Marion Zimmer Bradley, Las nieblas de Avalón.

viernes, 22 de noviembre de 2013

I would like to be a rolling stone.

Regrets collect like old friends
Here to relive your darkest moments
I can see no way, I can see no way
And all of the ghouls come out to play

And every demon wants his pound of flesh
But I like to keep some things to myself
I like to keep my issues strong
It's always darkest before the dawn

And I've been a fool and I've been blind
I can never leave the past behind
I can see no way, I can see no way
I'm always dragging that horse around

And our love is pastured such a mournful sound
Tonight I'm gonna bury that horse in the ground
So I like to keep my issues strong
But it's always darkest before the dawn



Florence + the Machine, Shake It Out

A mí no me se me da bien catalogar mis sentimientos. Es algo que nunca me ha salido como creía que debería salirme, por lo que no hace mucho dejé de intentar estiquetar cada cosa que me pasaba por la cabeza. Simplemente, sentía y pensaba. Y punto. Por eso ahora digo simplemente esto: mi cabeza está hecha un desastre. Es simple y llano; no sé identificarlo con ningún canon adolescente ni con baremos que te indican lo que sientes relacionando tu edad, tu condición social, tu sexo y tonterías similares que, seamos sinceros, no sirven para nada en esto.
Me siento mal y sé lo que me puede, ya no curar, pero sí ayudar. Algo como una anestesia. Y no sé por qué no hago uso de ello. Será que el masoquismo ha llegado en mí a tales extremos que no me importaría morirme de frío con tal de dejar de pensar y relajarme.
Creo que yo sería completamente feliz si en este mismo momento en el que escribo esto me convirtiese en una piedra y comenzase a rodar. Sencillamente rodar. I would like to be a rolling stone. Es curioso que cuando una más fuerte se siente, cuando cree que el mundo es una tarta de queso y mermelada de fresa, cuando bajo la suela de su zapato se esconde todo lo que en un momento le causó problemas, de pronto un giro del destino, un cruce de cables en la cabeza de quien esté ahí arriba -o abajo- hace que todo se desmorone como un castillo de naipes mal hecho. Que todo gire y, aunque no sea para mal, cuesta acostumbrarse a los nuevos acontecimientos. Es difícil acumular nuevas experiencias o sensaciones aún cuando en un momento no muy lejano creíste que las buscabas, pues ahora ya te habías acostumbrado de forma inconsciente a vivir sin ello, a seguir una rutina carente de esto o de lo otro. Tus esquemas estaban formados y remarcados con fluorescente para que no se te olvidasen.
Pero ahora ¿qué haces con ellos? ¿Unos nuevos? Si durante dos años enteros tu vida ha girado en torno a las patatas fritas, ¿cómo pasarse ahora al bando de los donuts de chocolate? ¿Verdad que es complicado?
Por eso yo me encuentro aquí de masoquismo, escuchando música lacrimógena y con un buen libro de fantasía a mi lado que debería coger y al que sin embargo no estoy haciendo mucho caso. Porque sé que eso es lo que me va a quitar el mal, lo que me sumergirá en un mundo diferente cuyos problemas no tienen nada que ver con los míos. Por eso no abro mi libro: porque el ser humano es un ser tan estúpido que no sólo tropieza dos mil quinientas veces con la misma piedra, sino que además le gusta hacerlo. Sabe que le duele y que el dedo gordo del pie se le acabará hinchando, pero el morbo está ahí y es difícil de quitar.
Ahora mismo quiero montar una revolución contra mí misma: quiero que todo mi interior se levante en armas, miles de siluetas invisibles dentro de mí, y me destruyan entera para resurgir de mis cenizas. Quiero dejar de ser persona y fundirme con la bruma otoñal de la selva asiática para volar lejos y que nadie me encuentre. Y mejor: no poder encontrarme yo. Estar en paz conmigo y con el mundo... eso sería lo mejor.
Lo mejor, sí, pero soy humana y soy estúpida. Y esta es la vez número dos mil quinientos uno en que me dispongo a tropezar con la piedra que me llevo encontrando mucho tiempo. Mordida de polvo en tres... dos... uno...

B.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Un texto algo cronometrado.

El tiempo, ese factor incrustado en nuestras vidas y que nos vigila cada mañana al sonar la alarma, cada vez que miramos el reloj, en cada horario que tenemos que cumplir; ese quebradero de cabeza para artistas y filósofos a lo largo de toda la Historia, a mí me parece un potro salvaje que los humanos creen tener controlado sólo por haberle conseguido, tras mucho esfuerzo, poner las herraduras.
Cuando nos preguntan qué es para nosotros el tiempo, nos dedicamos a parafrasear haciendo un popurrí de frases y citas escuchadas o leídas en algún lado y que probablemente no entendemos. A mí, personalmente, la única que se me quedó grabada tras comprenderla fue una cuyo autor no recuerdo: El tiempo es un sastre especializado en arreglos. No tengo ni idea de dónde la vi; sólo sé que tiene razón.
Para mí el tiempo es un concepto creado por la mente humana, del mismo modo que la idea de literatura o ciencia. El tiempo, creo, va a pasar por nosotros hagamos lo que hagamos; ya podemos llamarlo como queramos y en el idioma que nos apetezca, tratar de atraparlo con mecanismos de engranajes o con números digitales; podríamos, incluso, establecer un mismo horario en todo el planeta que fuese independiente del Sol o de cualquier astro celeste, pero no lograríamos hacer nada contra él. El tiempo pasaría y seguiría pasando.
En uno de mis libros de fantasía favoritos la autora inventa un artefacto llamado Giratiempo. Este pequeño cachivache colgado de una cadena metálica servía para transportar a la persona que lo usara al momento del tiempo que ella quisiera, aunque era peligroso jugar con él.
En el libro, el Giratiempo se encontraba en manos de la empollona de turno, la cual lo usaba para poder asistir a todas las clases que se ofertaban en su escuela sin problemas de horarios. Sin embargo, al final del libro se vio abligada a dejar de usar el curioso cachivache por unos motivos u otros.
Yo creo que esto, dentro de la novela, no representa sino el deseo humano de controlar el tiempo, de apoderarase de él, sin éxito. A veces veo reflejos de esa chica a mi alrededor, y siento pena, porque el tiempo va a seguir pasando, ya lo contemos por segundos, horas o milenios.

Bruma,
trabajo para clase de Proyecto Integrado.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El bambú de mi selva.


Del cúmulo de pequeños detalles que conforman mis momentos felices, puedo decir que lo más importante es mi forma de ser. Me gusta mi libertad, y no quiero parecer egoísta al no poner en primer lugar a mi familia, mis amigos o mi pez de colores, como habría hecho si me hubiesen mandado escribir esto en quinto de primaria. Pero creo que llegamos a una edad en la que nuestra juventud se rebela contra la sensación de vulnerabilidad y comienza la etapa de reinvindicar nuestro espacio y de usar como coletilla “ya no soy un bebé, mamá”.
A veces me siento atrapada por mi propio cuerpo, el de una niña de quince años a la que le falta mucho por ver para poder considerarse una persona hecha y derecha –“como Dios manda”, diría mi abuela-, y siento que hay un millón y medio de sensaciones que tratan de escapar por mis poros y desbordan de lo pequeña que soy aún. La emoción de viajar, de ver todos esos minúsculos rincones del mundo que sólo he alcanzado a contemplar en fotografías o películas y que son pisados  cada día por otras personas que tienen otras vidas y otros pensamientos; esto es importante para mí. La incertidumbre ante qué seré algún día, qué podré estudiar; esto es un pequeño remolino dentro de mi estómago que se agita y va cambiando de color según el pensamiento de cada día: hoy pienso que quiero dedicarme a traducir, pero mañana seguramente crea que es mejor estudiar la Historia; ayer mi Pepito Grillo me dijo que lo que más me convenía era haber escogido un rumbo de ciencias. Ese remolino de tonos verdosos y su Pepito Grillo pordiosero también son importantes para mí.
Por supuesto, me importan los libros. ¿Qué sería yo sin ese montoncito de páginas hiladas en mis manos cada noche? Las historias, aunque suene macabro, llegan a ser el búnquer de mi propia Guerra Mundial. Crean una cúpula a mi alrededor que hace que me olvide de cualquier cosa que suceda; cuando leo, sólo pienso en acompañar a Bilbo Bolsón en su viaje con los trece Enanos y Gandalf el Gris, o en cabalgar junto a la valiente Éowyn de Rohan disfrazada de hombre y con la espada y el espíritu bien altos.
Si los libros son mi búnquer, la música celta es mi anestesia para el dolor mortal. Los dulces sonidos que se entremezclan unos con otros consiguen tejer una tela en mi mente en la que me balanceo al suave ritmo de las notas. Así es como abandono mis preocupaciones y me elevo tan alto que dejo los problemas abajo, en la vulgar superficie terrestre: venciéndome al sueño de una música que arrastra consigo todas las leyendas y los sueños, cumplidos o rotos, de una cultura de la que se sabe menos de lo que se puede contar, un pueblo que vivió en la tierra de los bárbaros y que para mí encierra misterios que tienen más magia que las mejores películas de hoy.
Estas son las cosas que más me importan tal y como el mundo me ha moldeado. Todas me atañen sólo a mí, pero hay también ciertos detalles en mi vida que la hacen única e irrepetible.
Detalles como mi madre, esa mujer segura e independiente a la que cada día intento parecerme en un fracasado intento de crecer más de la cuenta. Ella, con su mente bien amueblada y sus objetivos claros, es un icono que no he encontrado aún en ningún otro lugar. A veces hace la función de faro de Alejandría con este experimento fallido de hija que tiene, y creo que es gracias a ella que soy como soy y puedo sonreírme en un espejo.
Mi hermano da a mi vida el punto de color que le faltaría de otro modo. Tiene casi nueve años cumplidos y –la sinceridad es otra de mis características, no sé si por virtud o por defecto- una mentalidad de cinco, pero eso lo hace aún mejor. Si alguien tiene una imaginación prodigiosa en la familia, ése es él: pinta cuadros abstractos, escribe con el mismo estilo que los libros que lee y de mayor quiere ser como Michael Jackson. Mi hermano es, a fin de cuentas, una pequeña máquina en forma de niño en cuarto de Primaria.
Por supuesto, me importan mis gatos. La misteriosa Morgana y el simpático Gary, hermanos biológicos, son los saltarines y preciosos oseznos de mi madre. Si bien es cierto que cuando ella tuvo la genial idea de traer gatos a casa yo me negué en redondo, ahora no me arrepiento en absoluto: yo soy la mamá tigresa y ellos mis pequeños bebés de tigre. Aunque el papá se resista a aparecer, yo soy feliz cuidando sola de mis gatitos.
También me importan mis dos mejores amigas, dos perrazas cazadoras llamadas Bruma y Nela que llevan dos y un año en el mundo, respectivamente. Viven en lo que en su momento fue nuestra granja de cerdos y que hoy día ha perdido todo su esplendor –transformándose en un jardín de árboles que a mí siempre se me han antojado centenarios-, que se encuentra en pleno centro de las Norias de Daza. Allí, pegadas al dúplex de mi abuela y a la vieja casa donde mi madre y sus hermanas vivieron los mismos remolinos que yo hoy en día, mis dos pequeñas lobas se dedican a ladrar y a vivir en su mundo perruno a la espera de que llegue algún alma piadosa que les deje echarle las patas encima y babearle la ropa.
Y es en este lugar, la casa de mi abuela, donde me siento segura y a gusto con el mundo, más que en ningún otro sitio. A ella asocio la seguridad que me proporciona mi familia: cada vez que cruzo el umbral de la puerta vuelvo a sentirme esa cría que tiraba piedras a los árboles imaginando que eran gigantes y que pedía su chocolate caliente todas las navidades mientras se sentaba junto a la chimenea e imaginaba que el fuego estaba hecho de agua. En familia me transformo en una niña débil necesitada de protección, no sé si debido a que lo soy realmente o simplemente por un trastorno de mis queridas señoras neuronas.
Me importan mi abuela y sus charlas nocturnas sobre metafísica. Me importan mis tres tías: la loca, la bohemia y la intelectual. Me importan mis primos: quiero que sean felices y que consigan todo lo que quieren; sobre todo Pablo, porque hay muchas maneras de luchar contra el cáncer, pero en ninguna de ellas entra tirar la toalla. Creo que ya lo va entendiendo después de casi un año de batalla.
Me importan mis amigos: diría nombres, pero creo que la maestra se va a cansar de leer tantas chorradas seguidas de una quinceañera con remolinos estomacales y un Pepito Grillo en la cabeza. Lo que más me gusta de ellos es que son todos diferentes entre sí y contrastan en la mayoría de aspectos de sus vidas. Son mi pequeña manada, aunque yo soy una tigresa, y los tigres no podemos evitar ser solitarios. Es nuestra naturaleza el ir vagando errantes entre las brumas de la selva. Sin embargo, nunca está de más sentirse integrada dentro de un grupo de personas que no te dan la espalda, que te cogerán si caes y a los que no les importa dar a tus defectos un visto bueno de vez en cuando.
Y por último, para deleite de la maestra, que estará ya deseando soltar el bendito bolígrafo de las correcciones, me importa proteger. Tal y como suena: proteger. Tengo mis momentos de vulnerabilidad en familia, como ya dije antes, pero cuando se trata de mis amigos no puedo evitar ser la misma mamá tigresa que soy con mis gatos. Supongo que por eso me dejó tan traspuesta descubrir que hay personas que, en lugar de protegerlas yo, tengo la noción de que deben protegerme ellas. Esto último tiene poco sentido, y ojalá pudiera explicarlo mejor pero creo que no sé. Por eso lo dejo al aire, porque supongo que estoy creciendo y las cosas importantes aparecen donde menos me lo espero.
Bruma,
trabajo para clase de Proyecto Integrado.

martes, 19 de noviembre de 2013

sábado, 16 de noviembre de 2013

El siglo XVIII: la crisis del Antiguo Régimen.

AGRICULTURA DE SUBSISTENCIA
La agricultura (método de barbecho o rotación trienal) era fuente de muy pocos ingresos y cada vez empeoraba más. Las llamadas crisis de subsistencia eran cada vez más y más frecuentes, sumiendo al pueblo llano en la miseria y el hambre mientras que los privilegiados cebaban sus estúpidos cerebros y enormes panzas en sus palacios y fincas. De hecho, eran estos últimos los que poseían las tierras: la nobleza y el clero. El terreno se transmitía de generación en generación de forma hereditaria (esto es mío y será de los nuevos ricos idiotas que salgan de mis espermatozoides queridos) y, para más inri, los campesinos estaban obligados a pagar cuantiosos impuestos a los mismos imbéciles para quienes trabajaban en penosas condiciones.

MONARQUÍAS ABSOLUTA Y PARLAMENTARIA*
La monarquía absoluta concentraba todo el poder en el rey "por derecho divino" (bella falacia metafórica), de forma que los gobernados eran súbditos sin derechos**. Sin embargo, el rey estaba asesorado por las Cortes del Estado y los Parlamentos (oh, ¡no me digas! ¿Y él se dejaba asesorar?). El Parlamento surgió en la Edad Media concentranado los tres estamentos para asesorar al rey (ya, ya).

*La monarquía parlamentaria, como es de suponer, no se encuentra presente en este mismo momento. No sé por qué mi libro de Historia la añade.
**Esto es aplicable de forma relativa, puesto que los nobles adinerados eran útiles para el señor monarca, mientras que los campesinos y el pueblo llano (es lo mismo) eran los verdaderos súbditos sin derechos.

LA EXPANSIÓN ECONÓMICA
El siglo XVIII fue un periodo de relativa paz internacional, ya que tras la Guerra de los Treinta Años (siglo XVII) se firmó el Tratado de Utrecht (increíble pero cierto, señoras y señores). La ausencia de guerra y epidemias, los nuevos cultivos americanos y la mejor situación económica dieron lugar a un considerable crecimiento de la población. El aumento demográfico conllevó la subida de demandas y precios, lo que estimuló a los propietarios a producir más. Las monarquías incrementaron el comercio reformando la agricultura, financiando manufacturas y protegiendo las compañías comerciales viajeras. Las comunicaciones mejoraron (carreteras y canales) por el incremento del comercio y fue el comercio colonial (con territorios extraeuropeos) el que se vio mejor afectado.
Por las pelotas de Dios, ¡si esto parece un cuento de hadas!

MANUFACTURA
Proceso de transformación manual de las materias primas en productos elaborados. A diferencia de la producción de los gremios, que se desarrollaba en pequeños talleres artesanos, a partir del siglo XVIII se crearon manufacturas que reunían a un elevado número de trabajadores. Fue la forma dominante de producción de bienes en Europa hasta la Revolución Industrial.
Me pregunto si ya entonces se trataría a los trabajadores menos importantes como hormigas.

COMERCIO TRIANGULAR
Los esclavos de raza negra eran recogidos en África y trasladados a América (en barcos de mercancía, como si fuesen cajas de patatas; ojo al dato), donde se los vendía para trabajar de forma infrahumana en las plantaciones.
En serio, me dan ganas de rendirme y mandar mi examen de CC.SS. a tomar por culo. ¿Y se supone que estamos estudiando Historia para no volver a cometer los mismos errores que tuvo la Humanidad en su momento?
¿Han estudiado los grandes políticos, empresarios y demás peces gordos la Historia?

DESIGUALDAD SOCIAL Y CLASES
El Antiguo Régimen tenía una gran desigualdad civil: privilegiados y no privilegiados. Ricos y pobres. Útiles e inútiles a ojos del Estado. Porcelana y basura. Ya pueden aplaudir.
Cada persona pertenecía a un estamento y no podía acceder a ningún otro (faltaría más). La nobleza y el clero eran las clases privilegiadas (¿lo dudaba alguien?): poseían tierras, no pagaban impuestos, se rascaban sus partes nobles mientras los pobres trabajaban sobreexplotados... La nobleza vivía de las rentas y gozaba de concesiones honoríficas, económicas y fiscales (¿es usted un imbécil, Mr. Patatán? ¡Tome más dinero para gastar en sus estúpidos caprichos!). El clero vivía de las rentas de sus propiedades y del diezmo, aunque no era un grupo homogéneo en cuanto a estatus. De todas, formas, pincha aquí y hazte una idea. El estado llano (más del 90% de la población, dato deductible de los pocos recursos que tenían que quedar siendo tan importantes los privilegiados) era el sector de los no privilegiados. La burguesía (grandes artesanos, comerciantes, banqueros) era el sector más activo económicamente (los que se las habían ingeniado desde finales de la Edad Media para no ser pobres), pero estaba marginada de los círculos de poder. Las clases populares urbanas agrupaban a los trabajadores manuales de las ciudades. Los campesinos debían trabajar las tierras de los mismos a quienes pagaban cuantiosos impuestos.
Acabo de decidir que no me gusta la Historia.

DIEZMO
Gravamen sobre los productos agrarios consistente en el pago de un 10% de la cosecha que los campesinos debían entregar a la Iglesia durante la Edad Media y el Antiguo Régimen.
Y si los campesinos eran un 90% de la población del momento y cada uno debía entregar el 10% de su cosecha a la Iglesia...

ILUSTRACIÓN/PENSAMIENTO ILUSTRADO
La Ilustración (siglo XVIII) es un movimiento intelectual que puso en duda todos los principios del Antiguo Régimen. Esto ya me gusta más.
Los precedentes de este movimiento fueron Locke (planteamiento de la división de poderes, concepto interesante que al rey seguramente no le haría mucha gracia contemplar) y Newton (método científico de observar y comprobar; famoso episodio de la manzana). La Ilustración defendía la razón (inteligencia humana; no confundir con lo que todo el mundo cree que tiene y casi nadie posee realmente) y no aceptaba lo que ésta no pudiera entender o aceptar. Los ideales de la Ilustración eran que el conocimiento era la base de la felicidad humana (esto es relativo: depende de qué sea lo que conozcas), y sólo se alcanzaba con educación y progreso. Se defendió la tolerancia y se establecieron códigos morales para que ninguna religión se pusiese por encima de las otras.
Me sigo preguntando si esto sucedió de verdad.
Los Filósofos de las Luces (grupo de tíos cojonudamente listos que se reunían para demostrarse unos a otros lo inteligentes que eran, ya que la sociedad en principio no les hubiese hecho mucho caso) fueron los principales impulsores de esta corriente: libertad e igualdad para todos los seres humanos.
¿Ahí entran también las mujeres, señores filósofos?
Ante el mercantilismo (acumulación de metales preciosos cual nido de urraca como principal fuente de riqueza) se alzó la fisiocracia: la agricultura y el intercambio de productos como base de la economía.
Ahora en España tenemos la idiocracia, que es una cosa distina.
La Ilustración también se opuso al absolutismo con el liberalismo. Montesquieu defendió la división de poderes, Rousseau, la soberanía nacional gracias al voto; y Voltaire, la necesidad de un Parlamento y un sistema fiscal. Más vale tarde que nunca.
Por cierto, en mi libro no sale la filosofía ilustrada de Diderot, aunque deduzco que sería similar a la de sus colegas liberales.

DESPOTISMO ILUSTRADO ("Todo para el pueblo... ¡pero sin el pueblo!")
Esto es, básicamente, una corriente extendida por muchas monarquías absolutas del viejo continente. El Despotismo Ilustrado es, digamos, la imposición forzada de las ideas de la Ilustración: o eres listo, como yo, o ya puedes ir teniendo cuidado. Básicamente eso. Si bien es cierto que los déspotas ilustrados (el que les puso el nombre debía de ser un fanático del oxímoron) reformaron la agricultura, las manufacturas, el comercio y la enseñanza, seguían siendo déspotas. Si la mona viste de seda, mona queda.
Además, era prácticamente imposible reformar tanto la sociedad sin que surgiera la chispa que se propagó en forma de llama revolucionaria durante el siglo XIX.

LOS BORBONES
La dinastía de nuestros best-friends los Borbones en España comenzó cuando Carlos II murió sin descendencia (he oído por ahí que era de esperar, pobre). El señor rey moribundo proclamó heredero a su sobrino-nieto, Felipe V de Borbón, lo cual no gustó un pelo a las potencias europeas, las cuales consideraron que ésto fortalecería a la dinastía de los Borbones en la vieja Europa. Así, fueron estos poderosos países los que propusieron otro sucesor, el archiduque Carlos de Austria, lo que dio lugar a una guerra a nivel tanto internacional como civil, pues resultó que Aragón apoyaba al señor Carlos (Charlie para los amigos) mientras que su vecina Castilla se mostraba pro-Borbón. Un caos, vamos.
Sin embargo, en 1.713 un hecho crucial rompió los esquemas bélicos de todos estos países: el archiduque Carlos heredó la corona de Austria, de forma que los mismos países que en un principio le habían apoyado demostraron ser unos chaqueteros (vaya con la política) y le retiraron su apoyo, viendo que iba a ser él el que cobraría mayor poder en Europa con todo un Imperio de seguidores. Así, se dio fin a lo que se llamó la Guerra de Sucesión. Guerra Tal, Guerra Cual, Guerra Nosecuántos... ¿Cuántas guerras he estudiado ya? En fin, se firmó el Tratado de Utrecht y se coronó rey en España a Felipe V. Happy flowers everywhere.
Los primeros Borbones españoles (Felipe V y Fernando VI) siguieron el modelo absolutista de sus parientes los franceses: el rey gobernaba con sus amigotes los secretarios y se encargó de abolir las Cortes, de forma que el poder legislativo dependiera directamente de él. Esto es un claro ejemplo de egocentrismo político.
Los Borbones impusieron unas leyes únicas, una idéntica administración y la homogeneización de todas sus instituciones, además del uniformismo territorial. Felipe V sancionó a los antiguos partidarios de Carlos de Austria (recordemos que era un déspota, pero no se demostró si ilustrado) y dividió el territorio en provincias, al mando de cada una de las cuales puso a uno capitán general, que seguramente sería alguno de sus políticos pelotas.

EL MOTÍN DE ESQUILACHE
El señor marqués Leopoldo de Gregorio, de Esquilache, decretó en 1.766 que el sombrero de ala ancha y la capa larga favorecían la comisión de delitos, por lo que impuso la moda de sus parientes los italianos: sombrero de tres picos y capa corta.
Yo pienso que los delitos van mucho más allá de prendas de vestir. Y si no, mirad las noticias.

EL CRECIMIENTO DEL SIGLO XVIII
A principios del siglo XVIII España era un país atrasado tanto social como económicamente (y a principios del XXI también). La expansión general de la demografía y la economía europeas y las medidas reformistas de Carlos III (en esta época todos se creían progresistas) permitieron mejorar la situación del país: la población creció, se incrementó la producción agrícola y se modernizaron el comercio y la industria. Sin embargo, no se solucionó la escasa demanda, que era debida a la pobreza del campesinado.
Como he dicho, aquí los privilegiados eran muy suyos y de nadie más.

B.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Tigresa experta en autodestrucción habla sobre sentimientos.

Hay una sensación rara, sabes, como de estar flotando en una nube de tormenta sin que ésta te afecte a ti, pero sabiendo que se trata de una falacia. Pasas de tener la autoestima tan alta como un rascacielos a observarla impasible mientras se arrastra tras de ti por el suelo. Es muy extraño cuando esto sucede, y más raras aún son las consecuencias que lo desencadenan: es como encontrarte parte de tu regalo de cumpleaños días después, cuando todo el mundo creyó que ya lo habías visto completo y que la euforia ya había pasado. Te sientes extraño, como apenado pero a la vez orgulloso de esas mariposillas que tienes en el estómago.
Pero esa pena rara está ahí. Sabes que no hay motivos para sentirla, y aun así ella se empeña en quedarse contigo. 
Un mensaje en un post-it amarillo, cuatro palabras, unas cuantas sílabas y algunas letras más; no parece mucho para emocionarse. Pero ese mensaje, con sus palabras, sus sílabas y sus letras puede hacerte reflexionar en un instante lo que no has pensado en toda una vida. You are my wonderwall. Es increíble la cantidad de conexiones y pensamientos que pueden establecer tus neuronas al recibir esa información. Eres mi maravilla, mi cosa extraña, mi palabra rara que me he inventado sólo para denominarte a ti por todo lo que eres y lo que soy gracias a ti. Eres, al fin y al cabo, de lo que no hay.
A veces siento como si me sumergiera en una piscina de tiburones. Son unos animales curiosos y nadarían a mi alrededor; supongo que, si alguno tuviese hambre, me comería, pero eso no es lo que más me importa del estanque de escualos. Para mí lo más impactante sería la sensación de estar haciendo algo que no suelo hacer, nadar, en un lugar en el que nunca habría pensado que llegaría a estar. Es en esas ocasiones, cuando mentalmente nado con mis amigos los tiburones, que siento una pelota en la garganta empujando para salir en forma de mocos, bilis, gritos, palabrotas o cualquier otra cosa fea e indeseable. Y es gracioso que sea en momentos de total paz a mi alrededor cuando yo me siento casi a punto de estallar, mirando fijamente a un punto de una pared lisa que no se mueve y que tampoco existe. Por eso tengo rabia. Porque miro cosas que no existen y les doy importancia, y porque mientras fuera todo está en calma dentro de mí se desata un huracán.

B.

martes, 12 de noviembre de 2013

Un detalle curioso.

Si pincháis aquí podréis leer una entrevista a Loreena McKennitt, artista de música celta a la cual considero una persona ejemplar y cuya música, si me permitís la opinión, hace volar lejos a todo aquel que la escucha. El texto no es exactamenet actual, pero lo he encontrado hoy por Internet y considero que merece la pena saber siempre un poquito más acerca de esta increíble mujer.
Un abrazo de tigre a todos y todas,
B.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Él era una persona inalcanzable, prohibida.

Todos le admiraban e idolatraban pero él no se inmutaba lo más mínimo. Sabía que era querido y adorado por todos pero eso le daba igual. Su única ambición fue siempre vivir en paz, pero todo apuntaba a que la vida le había traído justamente lo que él no pidió nunca. Aunque puede que no fuese así. A lo mejor simplemente tenía la cabeza llena de serrín y por eso enamoraba a tanta gente. No lo sabemos y no lo vamos a saber. No quiso hacérnoslo descubrir. El caso es que a mí me pareció una persona ejemplar. Amigo tanto de sus amigos como de sus enemigos. No materialista pero siempre con estilo. No quiso pisar fuerte pero sin pretenderlo dejó huella en todos nuestros corazones. Sólo quiso ser normal, pero lo único que pudo hacer fue ser diferente.

B.

Amigos, risas y velas de cumpleaños.


Una vez leí que el hogar no es un hogar, son personas. Recuerdo que estaba a punto de cumplir catorce años. En su momento creí que entendía esa curiosa frase, pero se fue desdibujando poco a poco en mi mente conforme pasaban los meses y me preguntaba cada día quién era, quién había sido y quién quería ser. A veces no sabía quién estaba conmigo ni contra mí. Algunos días me sentía perseguida y otros días era yo quien necesitaba perseguir. Había tantas disyuntivas, tantas contradicciones, que se me hace tedioso enumerarlas todas incluso a través de un teclado mecánico.
Ha pasado un año desde que apunté en mi libreta las frases de ese libro y cerré su historia para dejarla a la espera de que cualquier otro lector o lectora como yo llegase dispuesto a saborearla. He vivido todas esas extrañezas y muchas otras que no voy a contar, y supongo que me queda el mismo número de ellas o más por vivir ahora que acabo de cumplir mis quince años.

Pero ahora hay algo que tengo por seguro: he encontrado ese pequeño grupo de personas dentro del que me siento segura. Un contexto de elementos que van siempre unidos y que me tienen a mí también cogida de las manos porque ellos quieren, porque no me van a soltar. Y yo lo sé.
Son personas a las que conocí por unas y otras cosas. Yo entré en su mundo cuando ellos ya lo tenían formado, cuando ya habían desarrollado sus reglas y habían hecho su propia Constitución de la Amistad. Y, mira tú por dónde, me dejaron entrar. Ni yo me lo propuse ni ellos lo pensaron, creo. Simplemente por la acción de unos corazones u otros acabé formando parte de algo en lo que todos somos un punto crucial. Y fueron ellos los que anoche se metieron en mi casa y me cantaron de sorpresa el Cumpleaños Feliz más delicioso y cariñoso que me han dedicado nunca.

Gracias desde la Selva Oriental.

B.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Hoy soplo las velas con mis lectores en esta tarta virtual.

Hoy, este día gris y monótono que se cierne como cualquier otro lunes sobre la pequeña Comarca del Poniente, es mi cumpleaños. Se me hace raro saber que a partir de ahora me preguntarán y tendré que decir otra cifra distinta a la que me correspondía ayer, pero supongo que habrá que acostumbrarse. Es lo que toca.
Para mí ha sido un año extraño: adornado muchas alegrías y unas cuantas desilusiones, pincelado aquí y allá por sueños rotos y otros en proceso de cumplirse, sombreado en los bordes con una pizca de rabia desengañada y coloreado casi en su totalidad con risas y energía. Un año, como ya he dicho, extraño, aunque ¿cuál será el año en el que no diga chorradas de este tipo?
Ha sido, a fin de cuentas, un año más para conocerme y conocer a los que me rodean, para batallar contra mí misma cada mañana, para intentar hacerme un hueco en las vidas de los que ya se han instalado en la mía y para comerme el coco día y noche acerca de qué va a suceder el siguiente año.
Ha sido un año dedicado a eliminar complejos -y desarrollar inintencionadamente otros pocos-, a aprender, a valorar la vida y a sonreír. Sonreír mucho, o al menos intentarlo.
También he llorado un poquito... pero muy poco.
He hecho muchas cosas, y en este que llega haré las que me han quedado sin hacer. Porque, digan lo que digan sobre el tiempo, la adolescencia, la juventud española, los extraterrestres o lo que se quieran inventar, el cuatro de noviembre es un día genial para cumplir quince años.
Porque lo digo yo, ¡y punto!
Saludos y un abrazo de tigre para todos.

B.

sábado, 2 de noviembre de 2013

"Did I dream you dreamt about me?" -Tim Bukley

Delirante de fiebre soñé que un corcel blanco me había atado a su lomo con telas de araña para llevarme lejos, más allá de un arco iris monocromo que rompía justo en el nacimiento de un alba muerta en la noche más oscura del día. El caballo cabalgaba con brío a través de campos de hierba de tonos esmeralda que se movía al son de la música silenciosa producida por el viento.
El cielo era de color de rosa: como las mejillas encendidas del enamorado estúpido, como la falda de la amante coqueta. Poco a poco iba cobrando un tono rojizo, como si en cualquier momento fuesen a aparecer cuatro caballos oscuros y rabiosos con sus cuatro jinetes correspondientes, portando cada uno un mal para la Humanidad. Los caballeros de mi sueño representaban la realidad, la fantasía, la muerte y la vida. Venían a por mí...
Pero mi corcel corría más rápido. Nada lo podía detener, y yo iba montada sobre él, sacando cada vez más ventaja a los cuatro jinetes macabros.
Recuerdo que me sentía volar, junto a mi caballo blanco y sus telas de araña, que ahora cubrían mi cuerpo entero a modo de vestimenta. La extensa pradera se iba transformando poco a poco en colinas, que se transformaron en montañas, que se hicieron cordilleras. Y mi caballo corría, y corría, y seguía corriendo, mientras los cuatro jinetes, con sus caballos blanco, rojo, negro y bayo me seguían cada vez mas lejos... pero nunca se rendían. Ni ellos ni sus caballos.
Había uno, el primero, que montaba un caballo blanco como el mío, que iba cobrando ventaja poco a poco. En un momento miré hacia atrás y él iba mucho más cerca de mí... conmigo en brazos.
"¿Es éste acaso el jinete de la realidad?", pensé, "¿La realidad viene a por mí?"
No lo creía. Mi caballo blanco corría más que  el de la realidad. Mi caballo blanco...
¿No era el caballo blanco de la realidad igual que el mío? ¿No eran el mismo?
¿Por qué yo intentaba escapar de la realidad montada en un caballo que era el mismo que la llevaba a ella?

B.

domingo, 27 de octubre de 2013

Alejadme de este mundo de falacias donde nada es lo que parece y todo es lo que nunca antes había sido. No quiero acercarme más a esta araña que teje su tela a mi alrededor sin que yo me dé cuenta; todo el rastro que deja a su paso es dolor, dolor incluso en la misma tierra ártica, con sus frías, solitarias e insensibles noches heladas. Lo que esta araña hace es tejer una red de amargura que atrapa a todo aquel que ose acercarse un poco, ya sea por cariño hacia ella o mera curiosidad. Es una red pegajosa y sucia que por su blancura hace el amago de parecer limpia, pero no lo está; todo en ella es miseria escondida y llantos apagados en la penumbra de los sótanos.
Quiero que alguien venga y huya conmigo, salvándome de la suciedad que esta telaraña está incubando y que se me está metiendo dentro de los huesos. Me da igual si el salvador está enamorado de la luna, si revolotea entre las flores o si hace cualquier otra cosa; lo que necesito es que alguien me aleje de esto y se quede conmigo en un lugar donde seamos inmunes a toda la porquería que se cultiva alrededor del mundo. 
Está en la atmósfera que nos rodea, es el aire que respiramos; la pisamos al caminar sobre la tierra y nos bañamos en ella cuando nadamos; nos calentamos con su calor en el invierno y es su luz la que nos ilumina todas las mañanas...
Es ella: mortal, inquietante, sombría; ella, con toda la gris oscuridad que arrastra consigo; es ella... la mentira.

B.

sábado, 12 de octubre de 2013

Beautiful.

Últimamente sólo publico música.


Supongo que porque es lo que más necesito.